
Terrazas, 'corners', barras o carritos. La oferta gastronómica, especialmente de café y vinos, ha llegado a las librerías, que ven en la hostelería un nuevo gancho con el que ganar adeptos y retener clientes. Descárguese aquí la revista elEconomista Alimentación
Bebida y literatura se dan la mano. El parón del consumo y el aumento del llamado IVA cultural también se han dejado sentir en las librerías españolas, que no han tenido más remedio que escribir una nueva página de su historia para reinventarse y hacer frente a las embestidas de la crisis.
Una página que poco a poco se ha convertido en un capítulo que cuenta cómo las botellas, las tazas, las copas y los platos se han hecho un hueco donde antes sólo cabía el papel.
De ahí que cada vez sea más frecuente encontrar cafeterías con libros o librerías con café, o con vino, que es otro de los elementos que marida bien con las letras.
"Estamos observando cómo la iniciativa de instalar córners de alimentación, de productos gourmet o de bebidas en negocios que nada tienen que ver con la restauración es cada vez más habitual, y un reclamo para los clientes", sostiene Emilio Gallego, secretario general de la Federación Española de la Hostelería (FEHR), quién prevé que esta tendencia crezca y evolucione. Eso sí, no a cualquier precio.
Aunque Gallego celebra que el sector de la restauración esté preparado para asimilar nuevos competidores, incluidos los que inicialmente proceden de otros ramos de actividad, sí recuerda que todo lugar en el que se manipulen alimentos y bebidas ha de contar con un personal formado en seguridad alimentaria. "Todas las ideas son bienvenidas siempre que las normas sean iguales para todos. Si esto es así, este tipo de iniciativas son lógicas y normales", apostilla.
Una mezcla que funciona
Iniciativas que en ciudades como Madrid ya cuentan con varios ejemplos. Y es que a los cafés decimonónicos que siempre han acogido literatura y literatos como el Café Gijón o el Café Comercial se han sumado ahora las librerías en las que además de libros se puede pedir una bebida y, en algunos casos, se puede hasta comer.
Librerías entre las que se encuentran algunas de larga trayectoria o especializadas en un segmento determinado, como el cine. Ése es el caso de Ocho y Medio. Además, hay otras de todavía reciente creación, como La Central de Callao, donde la restauración ha encontrado con El Bistró un hueco, en la parte baja de esta librería de tres plantas, cubriendo las demandas gastronómicas de desayunos, comidas, meriendas, cenas, cócteles y actividades nocturnas, gracias a su sala (en el sótano) de conciertos. Además de las anteriores, el centro de Madrid, especialmente el barrio de Lavapiés, próximo a los Museos de Reina Sofía, el Thyssen y El Prado, también ha sido testigo de cómo el café ha llegado a las librerías o de cómo los libros conviven con las cafeteras en, por ejemplo, La Libre, La Marabunta o La Fugitiva.