El Banco de Portugal ha pasado a la acción para intentar contener la crisis de Banco Espírito Santo (BES), que padece un calvario desde que se descubrieran las irregularidades contables en las empresas del principal accionista de la entidad. El regulador ha dejado a un lado los mensajes tranquilizadores sobre la solvencia del banco para acelerar la salida de la familia Espírito Santo de la gestión, prevista inicialmente para finales de julio.
Pero el movimiento no sirvió de nada, al menos, en el día de ayer, cuando se conoció también la ejecución del 5% del capital de BES a la saga de empresarios lusos por parte del japonés Nomura.
Las órdenes de venta continuaron pesando sobre la cotización, que se depreció otro 7,5%, presionada también por la bajada de la calificación crediticia por parte de las agencias Moody's y Standard & Poor's, conocidas el viernes pasado al cierre del mercado.
En la actualidad, la familia controla el 20% de la entidad, a través de la sociedad Espírito Santo Financial Group (ESFG), después de que el japonés activara las garantías del préstamo que concedió a este holding para acudir a la ampliación de capital de 1.000 millones del pasado mayo y diluir lo menos posible su participación. Entonces, el japonés prestó 165 millones, pero incluyó una cláusula por el cual si la cotización del banco bajaba de un determinado nivel se quedaba con acciones del mismo.
Esta situación se ha dado, por lo que Nomura ha tomado las acciones, según publica la prensa portuguesa. En un comunicado, ESFG indicó que su participación en BES había bajado un 5% en el marco de las obligaciones contraídas en un préstamo firmado en la reciente ampliación de capital. El valor de este porcentaje alcanza a día de hoy 120 millones.
Bento, nuevo presidente
La reducción del peso accionarial de la familia coincide en el tiempo con su salida acelerada de los órganos de gobierno de BES. En la noche del domingo, el Banco de Portugal forzó su dimisión para dar paso a los nuevos gestores. Salieron el presidente ejecutivo, Ricardo Salgado, y el primo díscolo, José María Ricciardi. También dejó la comisión ejecutiva José Manuel Pinheira.
El supervisor, tras varios titubeos, ha decidido imponer al economista Vítor Bento, como máximo responsable de BES. En un primer momento accedió a que las riendas del banco las llevara Amílcar Moráis, hombre cercano a la familia Espírito Santo. La agudización de la crisis y la oposición del primo díscolo han llevado al regulador a colocar a Bento al frente del BES.
El nuevo presidente es un experimentado en la administración. Miembro del Consejo de Estado y antiguo director general del Tesoro de Portugal, es un empleado en excedencia del Banco de Portugal, donde ha ocupado cargos en la dirección durante la última década de los noventa.
El equipo impuesto por el supervisor está compuesto además por José Alfredo de Almeida Honório, como viceconsejero, y João de Almada Moreira Rato, como director financiero. Sus cargos tendrán que ser ratificados por la asamblea general del próximo 31 de julio, momento en que estaba prevista la salida definitiva de los Espírito Santo de BES.
El riesgo de un contagio mayor al de la semana pasada, cuando los bancos europeos cayeron a plomo, y la subida de la prima de riesgo del país vecino, han propiciado la actuación del Banco de Portugal, que intenta desligar cuanto antes a la saga de la entidad.
¿Nueva reducción?
Los expertos prevén que en los próximos meses los Espírito Santo seguirán reduciendo su participación en el BES para afrontar las deudas de su holding empresarial, que se encuentra al borde del concurso de acreedores y de refinanciación. Los problemas de liquidez en sus sociedades Rioforte y Espírito Santo Internacional (ESI), en los que se han detectado irregularidades contables, han desatado un terremoto en el sistema financiero luso, al tratarse del mayor socio de la principal entidad del país.
Ante esta situación de incertidumbre, BES tuvo que aclarar el viernes que su exposición a las empresas de la familia se limita a 1.200 millones de euros y tanto el supervisor como el primero ministro de la nación se vieron obligados a lanzar mensajes de tranquilidad a la población y a los inversores. Ambos remarcaron que el banco es solvente, sobre todo después de la ampliación de capital del pasado mayo para aprobar sin dificultades los test de estrés europeos en otoño, por el que elevó sus ratios hasta el 9,6%, frente al mínimo exigido del 8%.
La familia Espírito Santo, para intentar salvar sus problemas, ha puesto a la venta distintas propiedades, como la aseguradora Tranquilidades, por la que podrían captar más de 350 millones, o la cadenas de hoteles Tívoli, por la que puja Iberostar.