
La Comisión Europea ha acusado a la alemana E.ON y a la gala Gaz de France (GdF) de compincharse para mantener respectivamente su dominio sobre los mercados de gas en Alemania y Francia. De esta forma, la posibilidad de trocear ambos grupos cobra fuerza: expedientes similares del organismo comunitario han forzado a E.ON ha renunciar a su red de alta tensión y a RWE a desprenderse de sus gaseoductos.
La Comisión Europea ha confirmado el envío de un pliego de cargos a los gigantes energéticos E.ON Ruhrgas <:EOA.XE:> y a Gaz de France (GdF) <:GAZ.PA:>, en el que les acusa de actuar compinchados para mantener sus respectivas posiciones dominantes sobre los mercados gasísticos en Alemania y Francia. Bruselas considera que ambos grupos tienen un pacto de no agresión en virtud del cual GDF renuncia a irrumpir en el mercado alemán y E.ON se compromete a no desembarcar en el francés.
Investigación formal
Esta tipo de comportamientos constituyen una de las violaciones más graves del derecho comunitario de defensa de la competencia. En el libre mercado, las empresas están obligadas a rivalizar lealmente, lo que se supone que las obliga a no dormirse en los laureles y trabajar para ofrecer a sus clientes la mejor relación calidad-precio.
Está prohibido, por tanto, acordar repartirse los mercados así como pactar precios, porque ambas situaciones degeneran en un peor servicio y en precios inflados para sablear a los consumidores.
Bruselas invetiga desde 2004 posibles violaciones del libre mercado en el sector europeo del gas y de la electricidad. A finales de julio del año pasado, ya anunció sus sospechas sobre el comportamiento de E.ON y GdF, y decidió dar prioridad a esta investigación. El pasado 22 de mayo también anunció la apertura de un investigación formal sobre un posible abuso de posición dominante de GdF en el mercado francés, a través del que estaría zancadilleando que otros grupos se conviertan en sus rivales.
Trocear grupos energéticos
Los Gobiernos de Alemania y Francia lograron diluir la semana pasada las propuestas legislativas de la Comisión Europea para decretar la separación en dos mitades de los grupos energéticos dominantes. Bruselas considera que la mejor vía para garantizar la liberalización del sector y luchar contra los oligopolios es obligar a grupos como E.ON, GdF o EDF (EDF.PA) a renunciar a la propiedad de sus redes energéticas. O, al menos, a entregar la gestión de las mismas a operadores independientes.
El Ejecutivo comunitario quiere terminar así con las zancadillas mediante las que estos grandes grupos dificultan que puedan usar las redes de transporte de energía las compañías que pretenden entrar en el mercado y competir con ellos.
Bruselas no ha logrado la aprobación de sus propuestas legislativas. Pero sí está logrando trocear a estas empresas gracias a sus investigaciones de presuntos abusos de posición dominante. Dos de los gigantes alemanes de la electricidad, E.ON y RWE (RWE.XE), se han plegado a las exigencias de Bruselas. E.ON aceptó en febrero desprenderse de su red de alta tensión, y RWE aceptó en mayo renunciar a sus rede de transmisión de gas.
Abocados a vender sus redes
Ambos grupos niegan que los sabuesos de Bruselas, que inspeccionaron por sorpresa sus sedes tengan pruebas que demuestren que han violado el derecho de la competencia. Pero lo cierto es que la Comisión Europea ha dado por cerrado ambos casos y ha renunciado a imponer multas multimillonarias una vez que ambas compañías anunciaron que cederían sus redes.
La vuelta de tuerca que este jueves ha dado Bruselas a GDF y a E.ON Ruhrgas hace resurgir la posibilidad de que ambos grupos terminen por verse abocados a vender sus redes de transporte de gas a operadores independientes que permitan de manera imparcial el acceso a las mismas de otros competidores. En el caso de E.ON, eso supondría quedarse sin las redes eléctricas y sin las de gas.