Aquellas turbulencias que se desataron el pasado verano en EEUU, plasmadas en impagos procedentes de las hipotecas de alto riesgo, y que, posteriormente, han devenido en una aguda carestía de crédito, ya se pueden expresar en cifras.
Eso sí, con cierta cautela por lo que aún se pueda descubrir. Aunque diferentes voces autorizadas, así como varias instituciones implicadas, han cuantificado de diversa forma el efecto de la crisis, existe un cierto consenso en tasar las depreciaciones de activos de la banca en el entorno de los 400.000 millones de dólares.
Pero, más allá de esta cantidad -sin duda significativa y esclarecedora-, hay que tener en cuenta las maniobras que suelen conllevar estas ingentes pérdidas de valor.
En algunos casos, han supuesto el traspaso de activos por parte de un grupo; en otros, la entrada de un socio en el accionariado; en la mayoría, se han realizado recortes de plantilla -hasta 83.000 puestos de trabajo ha eliminado el sector financiero mundial-; e, incluso, ha llegado a significar la venta de una determinada entidad al completo.
Sin embargo, la medida más extendida, quizá también la más recurrente, ha sido la ampliación de capital. Como consecuencia, el sector financiero, concretamente sus accionistas, ha tenido que poner encima de la mesa una cifra cercana a los 270.000 millones de dólares.
Es decir, que además de los 400.000 millones de dólares que se ha dejado en pérdidas, la inversión que tiene que realizar para maquillarlas es también brutal.
En conjunto, y según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las pérdidas asociadas a los problemas de crédito se acercan peligrosamente al billón de dólares. A día de hoy, son ya 945.000 millones de dólares de merma los que el sector financiero ha sufrido.
Si se desglosa este número, los bancos acumulan la mitad de esta rebaja, las aseguradoras se quedan con el 12 por ciento, los fondos de inversión aglutinan el 13 por ciento, las agencias acaparan el 9 por ciento y el 16 restante va a parar a otros actores del sector, como los hedge funds.
Las dos principales partidas son las citadas pérdidas de valor directas y las ampliaciones de capital, con más de 650.000 millones entre ambas.
'Castigo' para los occidentales
En la división territorial de las pérdidas que realiza el propio FMI, las más perjudicadas, como es de sobra conocido, son las entidades europeas y norteamericanas. En el primer caso, las pérdidas rozan los 200.000 dólares, mientras que las ampliaciones de capital superan los 120.000 millones.
En lo que se refiere al segundo, son más de 162.000 millones los recortes en la cuenta de resultados y 141.000 millones en incrementos de capital. El espectro lo completa la industria financiera asiática, que presenta unas cifras de 21.600 y 6.400 millones en cada uno de los apartados mencionados.
Dejando a un lado las entidades bancarias que han quebrado o que han tenido que ser rescatadas por otros grupos -tales como Northern Rock, Countrywide o Sachsen LB, entre otras-, y volviendo al ámbito occidental, existen dos ejemplos claros de debacle financiera en la gran banca provocada tanto por las pérdidas como por las consiguientes ampliaciones de capital.
Citigroup en el caso estadounidense y UBS en lo que tiene que ver con las finanzas del Viejo Continente, que han acusado unas depreciaciones de 32.000 millones y 37.100 millones de dólares respectivamente.
Las ampliaciones, la única salida
En base a ellas, el que fuera el mayor banco del mundo por capitalización en los 90 anunció un aumento de capital de 40.000 millones, mientras que la entidad suiza rebasa los 27.000 millones con las dos que ha aprobado.
En definitiva, y a tenor de los datos, las ampliaciones son, para muchos bancos, la única salida para seguir adelante, pero a día de hoy también 'dan la puntilla' a su afectada tesorería. Mientra los accionistas tengan paciencia...
El crédito, un bien cada vez más escaso
Pérdidas asociadas a los problemas crediticios, en millones de dólares.
