Fin de la historia. AstraZeneca y Pfizer ya no protagonizarán, de momento, la que iba a ser la mayor operación de la historia entre dos farmacéuticas y una de las más importantes de todos los sectores. Ayer se acababa el plazo, según las leyes británicas, para que Pfizer elevara su oferta o para que AstraZeneca abriera una puerta a la negociación.
Ni una cosa ni la otra. La británica ni siquiera ha querido sentarse a negociar. En eso hay que reconocer que la firma londinense ha sido consecuente desde el primer momento. Le toca ahora lo más difícil: demostrar a sus accionistas que ha acertado y que efectivamente su valor es mayor que lo ofrecido por Pfizer, que no parecía desde luego una oferta a la baja. Hasta 88.000 millones de euros fue la última cifra ofrecida por la número uno mundial. Mucho dinero. Más, si echamos la vista atrás y vemos el valor de AstraZeneca en bolsa hace unos meses. Antes de que se anunciara la propuesta de acuerdo, las acciones de farmacéutica británica cotizaban a 37 libras en la Bolsa de Londres y llevaban ancladas a ese nivel desde hacía un año. Pfizer estaba dispuesto a ofrecer 55 libras por acción. Es decir, una prima de más del 50 por ciento por encima de su valor hace seis meses y probablemente su valor dentro de otros seis.
"Estamos totalmente centrados en el desarrollo de nuestra estrategia. Tenemos atractivas perspectivas de crecimiento y una cartera de productos que progresa con rapidez. En los próximos meses esperamos noticias positivas en nuestras principales áreas terapéuticas, que subrayan nuestra confianza en las perspectivas a largo plazo del negocio", aseguró ayer el presidente de AstraZeneca, Leif Johansson.
Las palabras de Johansson le pueden pasar factura ante sus accionistas. Es cierto que la mayoría de ellos ha apoyado al consejo en sus rechazos anteriores, pero también le pedían que mantuviese una puerta abierta a seguir negociando. Entre los accionistas principales de AstraZeneca está BlackRock (7,8 por ciento), Axa (5,45 por ciento), Vanguard (4,7 por ciento) e Invesco (3,64 por ciento). Curioso ha sido el papel de BlackRock, que también posee el 6,8 por ciento de Pfizer. La gestora de fondos también ha pedido a AstraZeneca que pasados los tres meses que exige la ley, las dos empresas vuelvan a retomar los contactos.
En la otra parte, Pfizer también sale trasquilada en esta historia. "Seguimos pensando que nuestra propuesta final era convincente y representaba el valor total de AstraZeneca en función de la información de la que disponíamos", afirmó ayer Ian Read, presidente y consejero delegado de Pfizer. Pfizer se ha tirado a una piscina que no tenía agua y su presidente sale 'tocado' de la no-operación. A los ejecutivos de la norteamericana se la han criticado los argumentos que ha utilizado en la negociación. Los ahorros fiscales que supondría trasladar la sede de Pfizer a Londres no gustaron ni en Reino Unido ni en EEUU. La historia ha terminado, pero puede volver a empezar.