Por Jose Elías Rodríguez y Elisabeth O'Leary
MADRID (Reuters) - Con una visión e instinto depredador innatos, el incansable octogenario Juan Miguel Villar Mir, marqués tardío y una de las personas mejor relacionadas de España, presume de no haber abandonado ni a una sola de las más de dos docenas de empresas con las que ha construido su imperio corporativo en el último cuarto de siglo.
El ingeniero y abogado madrileño ha protagonizado numerosos titulares en la prensa española en los últimos tiempos al convertirse en uno de los primeros magnates nacionales en apostar realmente por la recuperación todavía incipiente de la economía del país, pero también por haber aparecido junto con otros empresarios del sector constructor en una lista de presuntos donantes del Partido Popular dentro del escándalo de corrupción conocido como los "papeles de Bárcenas".
Curtido en la arena política desde tiempos pre-democráticos y con una privilegiada formación académica, este liberal convencido preside un grupo que factura cerca de 6.500 millones de euros, da trabajo a más de 30.000 personas y opera en sectores tan dispares como las autopistas, la energía, la electrometalurgia, los fertilizantes, la puericultura o la inmobiliaria.
"Nunca he vendido nada. He arreglado mis empresas y me he quedado con ellas", aseguró en una reciente entrevista con Reuters en su despacho en lo alto de una de las cuatro emblemáticas torres que coronan el final del Paseo de la Castellana en Madrid.
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Inversiones de Villar Mir vs inversión extranjera en España: http://link.reuters.com/ged39v
Precios de vivienda en España vs PIB: http://link.reuters.com/wyh29v
Inversiones en el sector inmobiliario español: http://link.reuters.com/nyh29v
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El historial emprendedor de Villar Mir, con una fortuna de 1.800 millones de dólares según la lista mundial de multimillonarios que elabora la revista Forbes, se remonta a la década de 1960, fecha a partir de la cual estabilizó distintas empresas por encargo de la administración pública, en la que ocupó varios cargos de relevancia durante los años oscuros de la dictadura, llegando a ser también ministro de Hacienda y vicepresidente económico en el primer gobierno español tras la muerte de Francisco Franco.
Pero no fue hasta 1987, con la compra simbólica por una peseta de una de las constructoras que dan nombre a OHL, la joya de la corona del Grupo Villar Mir, cuando comenzó a labrarse un nombre en el sector privado.
A partir de ese momento, se ha destacado como maestro en la captura de empresas moribundas, su "deporte favorito", consistente en el análisis pormerizado de una viabilidad alternativa en base a una estrategia de relanzamiento.
"En cualquier empresa, el concepto fundamental es el de los objetivos ... Cuando eso está claro, necesitas medios", asegura Villar Mir, para quien la intuición es incompatible con los negocios.
Hábil en la diplomacia y adulador en la corta distancia, este catedrático en ingeniería ha tejido a lo largo de los años una extensa red de contactos que le han reportado un gran reconocimiento en los ámbitos de la política, la sociedad y el deporte.
A pesar de su edad, Villar Mir está sentado en los consejos de administración de compañías españolas destacadas, como el Santander, el primer banco de la zona euro, o Abertis, uno de los líderes mundiales de autopistas donde es inversor de referencia. Su último nombramiento ha sido en el consejo de Colonial, inmobiliaria patriomonialista que enfrenta un futuro más prometedor tras sanearse y ser rescatada por este empresario y otros inversores.
UN VIAJE DE IDA Y VUELTA
Una de las catapultas de Villar Mir fue su decidida apuesta exterior, con una inversión acumulada de 12.000 millones de euros desde la entrada de España en el euro, la mayor parte, canalizada a través de OHL.
A contracorriente, mientras sus pares dedicaban el dinero barato de Europa a hinchar la burbuja inmobiliaria y adentrarse en sectores extraños como las energías renovables, Villar Mir destinaba el 80 por ciento de las inversiones de su grupo fuera de España.
"Se pusieron a construir de golpe el doble de la demanda sostenible a largo plazo y me dije: ¡pues hay que salir!", asegura, recordando que muchas empresas que no siguieron el ejemplo de OHL terminaron quebradas o con serios problemas financieros. "Si en la salida aciertas justo el día y el mes, pues mejor, pero lo que no puedes hacer es equivocarte".
Y de la misma forma en que fue uno de los primeros de alejarse de un sector inmobiliario que con la crisis de deuda de la eurozona se convirtió en una trampa letal para muchos inversores, fue uno de los pioneros en el regreso al sector iniciado el año pasado, centrado además en el menos voluble segmento terciario y no en el residencial.
A través de su división Inmobiliaria Espacio aprovechó el ajuste de precios de la crisis para comprar al Santander el complejo Canalejas en el centro histórico de Madrid, donde quiere plantar el primer hotel de lujo Four Seasons de España ante las mejores perspectivas de crecimiento del país.
Luego, puso los ojos en la citada Colonial, con atractivos edificios de oficinas en España y Francia, pero en una muy delicada situación financiera a la que el empresario sacó provecho invirtiendo a bajo precio. Como muestra de su olfato en los negocios, el valor de la inmobiliaria se ha duplicado desde su desembarco.
Por otra parte, su división energética busca gangas en el sector eólico una vez despejadas las incertidumbres de una reforma energética que ha menguado las rentabilidades de las instalaciones verdes. Con la compra de 300 MW busca abaratar costes energéticos y afianzarse como uno de los principales productores independientes de energía.
"Villar Mir siempre ha tenido unas visiones contrarias al resto. En 2002, OHL anunció que entraba en el negocio de concesiones de Latinoamérica, lo que en su momento pareció una apuesta arriesgada porque era un mercado emergente en el que acaba de suceder la crisis argentina, y estaba muy apartado del entonces seguro sector de construcción residencial en España", dijo Iván Palacios, analista de crédito de la agencia Moody's.
Ahora, mientras muchas familias y empresas domésticas sufren la indigestión del ladrillo y tratan de aliviar las ingentes montañas de deuda -la deuda privada ha caído cerca del 12 por ciento desde el techo de 2008-, Villar Mir apuesta por España y predice que las recientes inversiones en el sector constructor e inmobiliario de multimillonarios como Bill Gates o George Soros son sólo el principio.
RELACIONES REALES
Amigo personal del rey Juan Carlos desde los tiempos de la transición democrática, el monarca le nombró marqués de Villar Mir en 2011, una decisión que no fue del todo comprendida habida cuenta de los lazos que el empresario madrileño tuvo con el franquismo, pero que es un buen reflejo de su influencia en una España en el que los círculos de poder siguen siendo muy cerrados.
"El ascenso social en España no es fácil", dijo a Reuters el senador del PNV, Iñaki Anasagasti. "En España no hubo una ruptura con la dictadura, hubo una reforma que blanqueó currículos (como el de Villar Mir) y se puede decir que el franquismo sociológico sigue mandando y usufructuando el poder".
Mientras que numerosos empresarios, particularmente en el sector constructor, son conocidos por gestar o incluso cerrar acuerdos en estadios de fútbol, campos de golf o embarcaciones recreativas, Villar Mir presume de mantener separadas sus relaciones políticas de su vida empresarial y familiar.
"Me gusta navegar en verano, pero jamás en mi vida he metido a ningún político en mi barco", dice. Sin embargo, el actual consejero delegado de OHL es el ex ministro de Industria y Exteriores con el PP, Josep Piqué.
Otra característica de las grandes fortunas españolas a la que no es ajena Villar Mir es el apego por el timón de mando. "No pienso jubilarme", asegura sonriente.
"Mientras piense que puedo añadir valor sería una falta de responsabilidad no trabajar", añade Villar Mir, que con 82 años trabaja más de doce horas al día.
El retraso en la jubilación es un rasgo coincidente en muchas grandes empresas españolas y especialmente común en el sector constructor.
"En estas empresas personalistas o familiares es habitual que uno se muera con las botas puestas o casi", dijo una persona que conoce bien al empresario. "Son empresas hechas a su imagen y semejanza".
Quizá uno de los pocos borrones en el expediente de Villar Mir haya sido en la escena deportiva, donde ha optado dos veces sin éxito por la presidencia del histórico club de fútbol Real Madrid, precisamente ocupada por otro expolítico y magnate constructor excelentemente relacionado, el presidente de la competidora ACS, Florentino Pérez.