
El Estado va a poner a la venta, por tercera vez, CatalunyaCaixa. Se trata de una operación compleja por el deterioro de la entidad. La hoja de ruta parece clara, pero las consecuencias no.
El fondo de rescate público (Frob) pretende enmendar los errores del pasado y ha diseñado un proyecto con el objetivo de reducir al máximo posible las nuevas ayudas. La suspensión en dos ocasiones de la puja van a salir caras a los contribuyentes. Por eso, el organismo que dirige Antonio Carrascosa debe hilar fino ahora para que este coste sea el bajo. De momento, los españoles han inyectado 12.000 millones de euros en la antigua caja catalana, que se dan por perdidos, sin tener en cuenta los activos inmobiliarios traspasados al banco malo o Sareb.
La operación de CatalunyaCaixa y la factura final dependerá de las ofertas que realicen tanto las entidades como los fondos extranjeros.
El plan de venta
El plan de venta se ha estructurado en tres lotes de negocio, que se ajustarán en función de las propuestas de compra que reciba el Frob. Por un lado, se encuentran las oficinas fuera de Cataluña (unas 150), por las que ya han presentado ofertas no vinculantes el Popular y Apollo. Por otro, una cartera de créditos hipotecarios tanto deteriorados como al corriente de pago. Y por último, el resto de activos, es decir, el conjunto de la entidad que preside Juan Carlos Pla.
La intención del Frob es llevar a cabo la venta antes de las vacaciones de verano de estos tres lotes en paralelo, con el fin de analizar sobre la marcha todas las ofertas y elegir las más apropiadas y menos costosas para los ciudadanos. Cabe la posibilidad de que las oficinas de fuera de Cataluña o algunas de ellas se incluyan en el paquete de la entidad. Lo que parece más seguro es que los préstamos hipotecarios se colocarán a fondos por separado.
Y que para ello, el Frob tendrá que destinar más recursos a través de un esquema por el que asume las pérdidas de esta cartera en un futuro. Algunas fuentes cifran esta protección entre 1.500 y 2.000 millones.
El objetivo de estas ayudas es doble. En primer lugar, permite que los compradores de las hipotecas mejoren las ofertas sobre los precios de mercado. Los fondos pagan de media entre el 30 y el 40 por ciento del nominal, por lo que con este esquema estos porcentajes previsiblemente subirán. En segundo lugar, la entidad limitaría de esta manera su déficit de capital que tendría que asumir al desprenderse de esta cartera de créditos con descuentos elevados. Además, al quedar prácticamente saneada, en la subasta del negocio principal de CatalunyaCaixa se evitaría ayudas adicionales.
Ampliación del esquema contra pérdidas
Pero además, el fondo de rescate haría bien en extender de 10 a 15 años el esquema en la cartera hipotecaria, tal y como se plantea, el periodo del esquema contra pérdidas. En principio, cuánto mayor sea el plazo más probable es la recuperación de los morosos y, por tanto, menor la factura que tendría que asumir en el futuro.
Uno de los principales problemas que a día de hoy tiene la antigua caja catalana es el crédito hipotecario, que registra una morosidad del 17 por ciento, tres veces más que la media del sistema. Una venta en bloque de la entidad sería, en principio, más costosa.
La corrección de los errores cometidos en el pasado son bienvenidos, pero todavía es pronto para determinar si la operación se desarrolla en los términos previstos o el Frob tiene que modificar la hoja de ruta diseñada. No sería la primera vez que se ve obligado a cambiar el paso. Interés en el mercado hay. Aunque está por ver si es suficiente para que no pierda mucho más dinero.