Las bebidas alcohólicas están causando más de un dolor de cabeza al Gobierno. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, decidió ignorar todas las recomendaciones de la industria y el 28 de junio incrementó un 10 por ciento la carga fiscal al sector. En 2012 se había recaudado con las espirituosas 745 millones de euros y el objetivo que se perseguía con esta medida era recaudar 815 millones.
Sin embargo, tal y como pronosticó el sector, las ventas se hundieron y la recaudación se ha quedado finalmente en 715 millones. Son 100 millones menos de lo previsto, 35 millones menos que en 2012 y, sobre todo, deja al sector con el mismo nivel de recaudación que había en 1999.
Aunque el Gobierno había dado por hecho que el consumo se mantendría estable, lo cierto es que en las primeras semanas tras la subida, durante los meses de julio y agosto, en plena campaña veraniega, el consumo se desplomó un 25 por ciento.
Bosco Torremocha, director general de Febe, la Federación Española de Bebidas Espirituosas, asegura que "en el acumulado desde la subida de impuestos la caída de las ventas ronda el 8 por ciento, un porcentaje que duplica con creces la caída que se estaba registrando hasta entonces, de un 3,4 por ciento".
Para el sector es un dato "desastroso", que se está saldando con un fuerte destrucción de empleo, no tanto ya en la industria, como en la hostelería, cuyas ventas no paran de caer.
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Cumplir el déficit sin subir impuestos
