Empresas y finanzas

La UE pone fin al rescate: la banca española se libra del tutelaje de la troika

España se enfrenta hoy a una de sus citas más decisivas. En la agenda de los ministros de Economía de la Eurozona toca pasar página del año y medio de tutelaje ejercido por la troika a cambio de extender un cheque de 100.000 millones euros para recapitalizar la banca, cantidad de la que se han utilizado 41.300 millones. Gráfico: el coste del saneamiento

El cierre de la "asistencia financiera" no implica que el camino para la banca y el país esté en absoluto despejado, pero sí dar carpetazo a la amenaza de sufrir nuevas condiciones que dejarían en una suerte de "libertad vigilada" la gestión económica, con la suspicacias que un corsé así levanta entre los inversores.

España solicitó recursos a Europa en medio de una brutal tormenta en los mercados que impedía al Tesoro financiarse y captar los necesarios recursos para recapitalizar una banca frágil y cuya cuestionada solvencia, acrecentada con el sorpresivo y milmillonario rescate de Bankia, amenazaba por tambalear al país.

Por vez primera desde que la crisis comenzó a hacer mella parece que la robustez del sector es fiable y no precisará ayudas públicas adicionales. El goteo ha sido incesante desde 2009, dejando una factura superior a los 100.000 millones entre recursos públicos y aportados por la misma banca a través de los fondos de garantía de depósitos.

Primeros en salir del rescate

Saneadas, recapitalizadas y con el favor recuperado de los mercados, las entidades deberían ahora ser capaces de recomponer cualquier carencia, sobrevenida por sus riesgo o derivadas de requerimientos regulatorios adicionales, con sus propios medios o, en imprevistos puntuales, el Tesoro se manejaría sin apoyo externo.

España se convertirá en el primer país en salir del programa de asistencia el 31 de diciembre. Sin embargo, el panorama dista de ser óptimo y Bruselas mantendrá la supervisión hasta que haya recuperado el 75% de las ayudas -a devolver en teoría por los bancos receptores, si bien en las nacionalizadas todo apunta a que gran parte del salvamento lo sufragará el contribuyente-. El préstamo europeo devenga un tipo de interés del 0,5% y tiene un plazo de devolución de hasta 15 años.

El desafío en mayúsculas para la industria financiera es volver a ser rentable, en garantía de la supervivencia y para convencer a los inversores a fin de que adquieran sus emisiones de deuda. El sector logró retornar este año a beneficios en España tras varios ejercicios en números rojos por el costoso saneamiento de la morosidad y la exposición inmobiliaria -en 2012 encajó 84.000 millones en pérdidas brutas-. Pero la rentabilidad sobre activos totales medios (Roa) era apenas del 0,45% el pasado junio frente al 2,6% contabilizado en 2007, según los informes de Estabilidad Financiera del Banco de España.

Volver a ser rentable

Que se haya puesto remedio a la llamada guerra del pasivo ayuda a detener el deterioro del margen típicamente bancario. Sin embargo, la mejora de las cuentas no responde aún a una recuperación del negocio financiero sino a que, limpiado el ladrillo, la factura en provisiones se alivia y aumentan los extraordinarios cosechados con ventas de filiales, divisiones de negocio y ventajas contables.

Solo en Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Bankia, las plusvalías construyen el 53% de los 7.384 millones de euros de ganancia conjunta.

El camino para sacar mejor rédito a la ahora menguada actividad descansa en dos variables: reducir los costes y elevar los ingresos. Desde que se inició la reconversión en 2008, la industria ha prescindido de unos 58.160 empleados y 7.700 oficinas, el 21 y 17 por ciento de su red, respectivamente.

Ahorrar con menos estructura

Gran parte del ajuste llega impuesto por la troika, que exige medidas a todas las entidades apuntaladas con una intensiva variable en función de los recursos comprometidos. El sacrificio mayor afecta a las nacionalizadas: están obligadas a dejar su estructura en la mitad, replegarse a sus regiones de origen y reducir un 60 por ciento el tamaño que mantenían en 2010. Bruselas otorgó cinco años a las entidades para hacer los deberes, hasta 2017, los mismos concedidos a España para convertir en viables a BFA-Bankia, Novagalicia y Catalunya Banc -Banco de Valencia lo adjudicó a Caixabank-.

Bajo la tutela del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) aceleran ahora el cumplimiento de esta tarea, como también la subasta de Novagalicia y Catalunya Banc, en tanto que Bankia confía en iniciar la devolución de las ayudas al Estado a partir de 2015.

El ajuste se encuentra, en general, muy avanzado y casi todas las entidades, sanas y ayudadas, buscan ahorros por esta vía. La mejora por la parte de los ingresos cobra, por tanto, mayor importancia y el escenario no es más favorable. Con el euribor hundido en mínimos, la fragilidad económica y un paro que atenaza al 26% de la población en edad de trabajar, el negocio rinde menos.

En este contexto se ha convertido en frecuente pedir dinero al Banco Central Europeo (BCE) al 0,5 por ciento y sacarles una rentabilidad superior al 4 por ciento con su reinversión en bonos del Estado. La práctica, conocida como carry trade, les permitirá cosechar 17.300 millones este año o el equivalente al 26 por ciento de todos sus ingresos financieros, estima Analistas Financieros Internacionales (Afi). Pero el abuso de este recurso preocupa a la misma troika porque no son ingresos regurrentes, el dinero no llega a la economía en forma de crédito y dejará de tener atractivo cuando el BCE comience a retirar la liquidez.

La morosidad es otro foco de atención, si bien las entidades detectan ya cierta desaceleración en la entrada de nuevos impagos, y queda por resolver la falta de disposición crediticia. Tras cumplir con los deberes impuestos por Europa, los mercados empiezan a dar credibilidad al saneamiento de la banca, como lo prueba el significativo descenso de la prima de riesgo. Hay liquidez, pero el dinero no fluye hacia la economía. Conscientes del problema, las autoridades han arbitrado medidas como despenalizar el consumo de capital cuando se presta a una pyme para animar a la banca a prestarles o las nuevas reglas sobre la clasificación de las refinanciaciones, que impiden esconder impagos bajo la apariencia de operaciones sanas; ambas derivadas también del largo abanico de medidas impuestas por la troika.

Otras regulaciones, en lugar de facilitar el camino, supondrán nuevos desafíos como la exigencia de un capital superior y de mayor calidad a partir de 2014 con la entrada en vigor de Basilea III, y las pruebas de calidad de activos, riesgos y resistencia que dirigirá el BCE antes de asumir la supervisión de las 6.000 entidades europeas. Algunas de las grandes entidades, como BBVA y Santander, se encuentran tan confiadas en la capacidad del sector para superar los exámenes que reclaman que sean "muy duros y exigentes" a fin de dejar patente la superioridad española frente a sistemas rivales. Otras, sin embargo, apuran desinversiones directas o mediante bonos convertibles para garantizarse una buena nota.

Pruebas de resistencia

Con independencia del desafiante escenario, la base de partida nada tiene que ver con la situación de la banca antes de los deberes impuestos por la troika. Cuando el Gobierno pidió socorro a Europa, el país se asomaba al abismo en términos de mercados de capitales -se jugaba la partida Europea y había apuestas agoreras, en favor de la ruptura del euro-, lo que amenazaba con catástrofe a toda la banca.

Los exámenes de resistencia encomendados a Oliver Wyman ayudaron a separar entre entidades solventes y las que había que dirigir a la Uvi y devolver al mercado después de garantizar su viabilidad con una dura cura en capital y provisiones. Despojarles de los activos dañados y evacuarlos al banco malo fue determinante para erradicar el temor a nuevos sustos en bancos que dañasen a la economía e iniciar la recuperación de la confianza que hoy permite a las grandes entidades volver a emitir deuda.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky