
La caída de Fagor hace temblar los cimientos de una corporación cuyas mayores enseñas están en números rojos.
El País Vasco no ha hecho más que empezar a vislumbrar lo que significa la crisis de Fagor Electrodomésticos. Supone un verdadero terremoto cuyo epicentro está en el seno de la Corporación Mondragon, primer grupo industrial vasco que supone el 3,1 por ciento del PIB y el 7,4 por ciento del Industrial. Si se analiza la variable empleo, su dimensión eleva la tasa al 3,5 por ciento del empleo total y el 8,4 por ciento del industrial.
Mondragon es una corporación atípica, no se trata de una organización vertical dirigida por un holding. Es una suma de cooperativas independientes y soberanas, que crean unos organismos de coordinación y solidaridad comunes para que les presten servicios. Ahí se encuadra la Corporación y sus sistemas de solidaridad intercooperativa. No hay que perder de vista que estas cooperativas han sido capaces de crear su propia Universidad (Mondragon Unibertsitatea), quince centros tecnológicos, una mutualidad para pensiones y prestaciones sociales (Lagun Aro EPSV) y todo un sistema de solidaridad con las firmas que entran en crisis, siempre que su respaldo no suponga el arrastre del conjunto de la corporación.
Ésta no es la primera gran crisis que atraviesa Mondragon, aunque si parece la más grande. Anteriormente han sucumbido unas cuantas cooperativas de menor tamaño y a finales de los años 80 vivió momentos muy delicados con la entrada de España en el mercado liberalizado de la entonces Comunidad Económica Europa, también hizo zozobrar los cimientos de Mondragon.
En estos días parece que casi nadie recuerda cómo la cooperativa fabricante de autobuses Irizar (que en aquellos años estaba integrada en Mondragon, aunque se desvinculó en 2008) estuvo a punto de quebrar. El saneamiento y relanzamiento de Irizar se atribuyó al gestor Koldo Saratxaga, que introdujo un nuevo modelo de gestión en la cooperativa.
El drama de los trabajadores
A pesar de que los trabajadores vascos de Fagor Electrodomésticos en su mayoría son socios cooperativistas, su perfil promedio dista mucho del empresario con conocimientos financieros para hacer un seguimiento exhaustivo del devenir de la compañía y de sus políticas estratégicas. De ahí que algunos de ellos se manifiesten ahora frente a los directivos.
La única voz interna discrepante con la dirección de la compañía que se ha oído previamente a la crisis fue la del colectivo Ahots Kooperatibista, que veía demasiado riesgo en un crecimiento tan rápido y basado en producir en el exterior.
Pero el drama de los trabajadores cooperativistas va mucho más allá de la pérdida de sus empleos. Puede decirse que casi tienen todos sus ahorros invertidos en su empresa. En ella tienen depositados sus inversiones en forma de aportación de capital por socios, además de ser el principal colectivo que compró las Aportaciones Financieras Subordinadas (AFS) que a día de hoy tiene el mismo valor que las acciones de la desparecida siderúrgica AHV que en su día cotizaron en bolsa.
Hay otro colectivo de trabajadores de los que nadie se va a acordar. Fagor Electrodomésticos llegó a tener hace seis años 10.000 trabajadores por todo el mundo, hoy la cifra se ha reducido hasta unos 5.700 y mañana esta cifra...
Corporación en números rojos
Fagor Electrodomésticos no es la única gran cooperativa que atraviesa situaciones delicadas, aunque ninguna con la intensidad de ésta y nadie duda de la viabilidad de las otras firmas.
El peso de las entidades que registraron pérdidas en 2012 ha hecho que por primera vez la Corporación Mondragon no haya facilitado el resultado consolidado del conglomerado cooperativo. Esta falta de transparencia invita a pensar que el resultado habría sido negativo, ya que enlúltimo dato conocido, el de 2011, situaba el excedente en 125 millones, y el mercado en 2012 no fue muy favorable para la corporación.
Para el balance corporativo de 2012 hay que tener en cuenta el peso de los 89,9 millones de pérdidas de Fagor Electrodomésticos.
El grupo de distribución Eroski lleva también varios años en números rojos, que en 2012 se incrementaron hasta los 121 millones, pero que en el primer semestre de 2013 ha conseguido empezar a remontar con una ligera disminución de las pérdidas.
Otra cooperativa que registró números negativos en 2012 fue Caja Laboral, pero al coincidir con la fusión con Ipar Kutxa, esto pasó desapercibido. Según la memoria de Caja Laboral de 2012, contabilizó unas pérdidas consolidadas atribuidas de 509,26 millones. Para entender la magnitud de esta cifra hay que tener en cuenta que la cooperativa de crédito aprovechó la fusión con Ipar Kutxa para ejecutar de forma acelerada toda una serie de saneamientos y provisiones para comenzar así su nueva etapa como Laboral Kutxa totalmente reforzada. En el primer semestre de 2013 sus números presentan un beneficio antes de impuestos de 56,4 millones.
Cooperativas que van bien
Pero no todo en Mondragon son números rojos, hay muchas cooperativas que van muy bien, crecen muy sólidas y tienen unos planes de futuro realmente espectaculares. Asimismo están surgiendo nuevas empresas en el ámbito tecnológico y del mundo de la salud (como Mondragon Health) que buscan posicionar a la corporación en los sectores de alto valor añadido y perspectivas de crecimiento.
Entre las enseñas que viven momentos más dulces está el fabricante de sistemas de elevación Orona, el año pasado registró una facturación de 569 millones y un beneficio de 83,4 millones. Además de estar consolidando una presencia internacional mediante la absorción de pequeñas empresas locales y tiene en ejecución un ambicioso proyecto para disponer de su propio parque tecnológico, Orona Ideo, cuya primera fase verá la luz en 2014 y que implicará una inversión de 75 millones. Otro ejemplo de fortaleza es el Grupo Danobat, especializado en máquina herramienta, cuyo volumen de facturación se encuentra cerca de 200 millones y que ha logrado posicionarse en sectores de alta tecnología (automoción, aeronáutico, eólico, ferrocarril, bienes de equipo, petróleo y gas, etc.)
A una escala más pequeña está el fabricante de bicicletas Orbea, que en los últimos cuatro años ha crecido en ventas y empleo y su volumen de negocio se sitúa ya en los 75 millones.
Apuesta internacional
La primera cooperativa en internacionalizarse no fue ninguna de las grandes, sino una de las pequeñas, Copreci, especializada en componentes para sistemas de cocción, gas y lavadoras. Se lanzó a abrir una planta productiva en México.
Hoy la Corporación tiene 105 plantas productivas en otros países, en la que trabajan casi 14.000 personas.
Esta internacionalización de la producción ha generado muchas tensiones en el seno de las cooperativas, ya que desde algunos socios se interpretaba que esta desplazamiento de la producción hacia el exterior implica generar empleo fuera, en detrimento del empleo local.
En el caso específico de Fagor Electrodomésticos se está cuestionando si una gran parte de la crisis que vive ahora reside en la difícil digestión de la compra de la francesa Brandt en 2005 por 162,5 millones. Además, la firma francesa arrastra fuertes pérdidas.
Entre los que defienden la apuesta internacional está Josu Ugarte, presidente de Mondragon Internacional, que aboga por utilizar la multilocalización para asegurar la actividad y el empleo en casa.
La Corporación Mondragon hizo un estudio, que abarca 10 años, que reveló que en 34 cooperativas que se habían internacionalizado su generación de valor se multiplicó por nueve y se creó empleo local, mientras que en 32 empresas no internacionalizadas se destruyó empleo.