Susana Samhan
El Cairo, 7 may (EFECOM).- Descontento social, posibles revueltas y, sobre todo, más inflación es lo que los expertos auguran para Egipto en los próximos meses, después de que el precio de los combustibles subiera el pasado lunes de forma inesperada.
En las últimas semanas, el Ejecutivo del presidente egipcio, Hosni Mubarak, ha tenido que hacer frente a la llamada "crisis del pan", originada por la escasez de pan subvencionado, sustento básico de millones de egipcios, y a dos huelgas generales para protestar por la carestía en este país de unos 80 millones de habitantes.
Ante el creciente malestar, la receta del gabinete de Mubarak ha sido aumentar un 30 por ciento el salario de los funcionarios y acto seguido aprobar, para financiar esta subida, un incremento del 30 por ciento del precio de los combustibles y el tabaco, entre otros.
En la calle, el tema de conversación recurrente entre los egipcios es la subida del precio de la gasolina, a la vez que se quejan de la carestía sin precedentes, causada por la inflación que el Gobierno fija entre el 10 y el 12 por ciento y que los expertos consultados la elevan a entre un 15 y un 25 por ciento.
"La decisión de aumentar los sueldos para después incrementar el precio de los combustibles es errónea porque sólo traerá más subidas de precios y por tanto más inflación", explica a Efe Yuda Abdeljaled, catedrático de Economía en la Universidad de El Cairo y asesor del partido opositor Tagamo (izquierda).
"La solución es que los ricos paguen más a través de impuestos progresivos", sigue el analista, quien propone como alternativa que se graven las transacciones en la Bolsa.
Por otro lado, el catedrático rechaza que la crisis alimentaria mundial y el aumento del precio del petróleo en los mercados internacionales sean la causa principal de los problemas económicos de Egipto.
"Durante los últimos 20 años, el gobierno ha adoptado políticas erróneas como desatender el sector agrícola o utilizar el petróleo del subsuelo para exportación", apunta el analista, que recuerda que Egipto es importador neto de crudo y el tercer importador mundial de trigo.
De una opinión similar es el también catedrático en Economía de la Universidad de El Cairo, Abdulhamid al Gazali, consejero económico del grupo islámico opositor "Hermanos Musulmanes", quien augura más inflación.
"Cuando prometes aliviar la carga que soporta la población, tienes que controlar los precios, incluso en un mercado libre; de lo contrario, los ingresos de los individuos no harán sino disminuir", apunta.
Gazali cree que "el problema se ha acumulado desde hace mucho tiempo y su causa principal es la mala gestión", que se traduce en prácticas monopolísticas y corrupción.
Para Gazali, el remedio a los males egipcios sería "aumentar la productividad": "Mira casos como el de China y la India, con poblaciones enormes como Egipto, que han gestionado su economía adecuadamente creando oportunidades de trabajo y con gran productividad".
Por su parte, el redactor jefe de la sección de Economía del periódico gubernamental Al Ahram, Ahmad al Nayar, destaca que en Egipto "no hay ninguna protección para los consumidores, lo que ha permitido que los importadores suban el precio de los productos" libremente.
Según Nayar, con la subida de sueldos, el Ejecutivo se ha adelantado, además, a futuras peticiones de los sindicatos para evitar tener que pagar aumentos mayores.
Por otro lado, mientras que en el pasado "la gente tenía vías de escape porque emigraba a los países del Golfo o a Siria, ahora esos países no pueden absorber a más trabajadores", indica Nayar, quien prevé, como sus colegas, más inestabilidad social en el futuro. EFECOM
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