Laura Sangrá Herrero
Barcelona, 31 jul (EFECOM).- Rodrigo Torres, un chileno de 27 años, descansa bajo un coche en exposición en la terminal B de El Prat tras cuatro días de espera para poder culminar su largo viaje desde Santiago de Chile, con escalas en Fortaleza (Brasil) y Barcelona, y reunirse finalmente con su hermana en Tenerife.
El viaje de Rodrigo ya tomó visos de odisea en el origen: "el vuelo de Santiago de Chile a Brasil salió con once horas de retraso por mal tiempo, según nos dijeron", narra Rodrigo, que llegó a Barcelona el jueves 27 a las 20.00 horas, doce horas más tarde de lo previsto, y la compañía aérea con que viajaba, Air Madrid, le hospedó aquella noche en el City Park Hoteles de Barcelona.
"A la mañana siguiente volví al aeropuerto para seguir mi viaje", pero topó de lleno con la huelga imprevista que se desató el viernes en el aeropuerto.
"Vi peleas, gente llorando e incluso unas cien o doscientas personas que echaron abajo las puertas" por las que salen los viajeros de llegada tras recoger sus equipajes y "que querían llegar a las pistas y encararse a los huelguistas", explica Rodrigo, a lo que añade que "la policía y la guardia civil pararon a varios, pero otros consiguieron llegar a las pistas".
Rodrigo tenía que viajar de Barcelona a Tenerife con Air Europa, pero esta compañía le remitió a Spanair, con la que finalmente volará, "si Dios quiere", mañana 1 de agosto.
"No sé si tener rabia o ya tomarlo a risa", dice Rodrigo, que sabe que, aunque tomase la indignación por bandera, nadie le quita los días letárgicos en esta terminal.
Trata de distraerse leyendo diarios, haciendo sudokus y escuchando la radio. Opta ya por la apática espera de alguien que lleva días en eso, soñando con un vuelo a Tenerife que nunca despega. EFECOM
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