
El economista Xavier Sala i Martin realiza hoy un ejercicio teórico y analiza los grandes retos que tiene el nuevo papa Francisco al frente de lo que muchos llaman "la empresa más antigua del mundo", si bien el Catedrático de Economía de la Universidad de Columbia prefiere referirse a ella como Iglesia S.A.
Sala i Martín cree que los retos fundamentales que afronta el nuevo pontífice son la mejora del capital humano y la necesidad de ganar flexibilidad para adaptarse a unos clientes que han evolucionado. La Iglesia debe redefinir su negocio, y ese es el gran desafío de esta corporación.
"Deberíamos decir que, como empresa, el éxito de la Iglesia católica ha sido incuestionable: ha sobrevivido 2013 años, tiene 1.200 millones de clientes, un millón de trabajadores, decenas de millones de voluntarios, acceso a canales de distribución globales, lobbies poderosos capaces de influir en la política de todas partes y hasta un logo, la cruz", apunta el economista.
Sin embargo, que haya tenido éxito en el pasado no significa que lo siga teniendo en el futuro. "Hace 10 años Nokia era líder indiscutible y hoy ha perdido casi todo el mercado de los países ricos", apunta Sala i Martín, que recuerda que la Iglesia católica, piensa crece en los países emergentes pero pierde clientes en sus mercados tradicionales, que son Europa y América. Y eso es un problema clave que debe abordar.
Los grandes retos de Francisco
Así las cosas, y si no quiere seguir los pasos del gigante finlandés, como dice Sala i Martín, "el nuevo Director General de la Iglesia católica, el papa, deberá afrontar una serie de problemas importantes".
El primero es sanear su reputación corporativa, que está "manchada por los escándalos de pederastia". Y es que mientras las grandes corporaciones cortan estos problemas de raíz castigando a los infractores y colaborando con la justicia ordinaria, "la Iglesia Católica no ha hecho nada de eso. Al contrario. La reputación es uno de los activos más preciados de cualquier organización, pero especialmente para una empresa que vende espiritualidad y buena conducta", opina Sala i Martín.
El segundo reto es de recursos humanos. Porque el éxito de cualquier organización depende crucialmente del talento de sus trabajadores y directivos.
"El problema es que las normas actuales de la Iglesia católica impiden que entre los dirigentes haya mujeres, homosexuales (declarados) y hombres casados", explica el economista. En consecuencia, las posibilidades de conseguir líderes con talento y capacidad son más reducidas. "Hay que hacer cambios profundos en la estructura organizativa si la Iglesia quiere mejorar el capital humano", apunta.
El tercer problema es su reducida flexibilidad para cambiar. "La Iglesia católica decide su estrategia de largo plazo en unas reuniones que llaman concilios, las cuales que se celebran cada siglo. El papa Francisco deberá acelerar la historia", añade Sala i Martín.
Otro de los grandes desafíos que se le plantean al nuevo papa es eliminar el exceso de actividades no principales. La Iglesia está especializada en dos tipos de "negocios", que son el de la espiritualidad y los rituales religiosos y la ayuda a los pobres. Pero además de estas tareas centrales, tiene otras actividades como el Banco del Vaticano o los fondos de inversión que gestionan su patrimonio, "que han generado más escándalos que negocios". Por tanto, el nuevo papa Francisco, opina Sala i Martín, "haría bien en eliminar las partes no centrales y concentrar las actividades en su core business".
Aunque el catedrático piensa que todo lo que cuenta "podría parecer una tontería porque la Iglesia católica no es una empresa que tenga el objetivo de ganar dinero", recuerda que el nuevo papa es del orden de los jesuitas y que el ESADE, una de las mejores escuelas de negocios del mundo, fue creada por esta orden.
"Un papa jesuita, pues, puede entenderse que para mejorar y modernizar el papel de la Iglesia en nuestra sociedad debería utilizar las técnicas de análisis, administración y estrategia que los jesuitas enseñan a sus propias escuelas de negocios para liderar una nueva Iglesia católica S.A.", concluye Sala i Martín.