
La subasta de CatalunyaCaixa pende de un delgado hilo. Las ofertas no vinculantes presentadas por Santander, BBVA, Banco Popular y Sabadell el pasado jueves para quedarse la franquicia no cubrieron las expectativas del Ministerio de Economía y, salvo, sorpresa, va camino de que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) aparque la venta bajo la máxima de que no malvenderá el banco.
El organismo dirigido por Antonio Carrascosa podría tomar a finales de esta misma semana la decisión de posponer la puja a otro momento mejor. Pero antes de aceptar el fracaso y después de comprobar con desencanto las ofertas recibidas, invitó la semana pasada a los bancos a replantearlas. A través del banco de inversión Citi, que dirige la operación, extendió el plazo para depositar una nueva propuesta no vinculante a hoy lunes.
Si, en la nueva entrega, viese opciones, el proceso entraría en la recta final. Enfilaría el último mes para lograr ofertas firmes y donde el comprador ha logrado algunas mejoras durante la fase de negociación en las subastas de otras entidades.
La de CatalunyaCaixa es, sin embargo, distinta a cualquier puja anterior. El Frob ha cerrado la puerta a blindar al comprador de potenciales pérdidas futuras con la concesión de esquemas de protección de activos (EPA's) como los otorgados en la inmensa mayoría de las subasta y de manera reciente en la adjudicación de Banco de Valencia a La Caixa. Rehúsa la opción con el argumento de que los activos más dañados y de riesgo fueron precisamente extirpados del balance y depositados en el banco malo o Sareb, y porque se quiere evitar a toda costa que la colocación vuelva a costar dinero al contribuyente.
Pero la separación de inmuebles a la Sareb es insuficiente atractivo para los bancos que han escrutado el balance de CatalunyaCaixa y ven riesgo aún en carteras inmobiliarias, temen escasa proyección para sacarle rentabilidad en años con un negocio volcado en particulares con hipotecas y deben asumir el coste de una reestructuración, con cierre de sucursales y ajuste en plantillas, que algunos observadores elevan a 500 millones de euros.
A la vista de la escasa apetencia, el Frob trató de incentivar la concurrencia con la promesa de que el comprador podrán anotarse un crédito fiscal de 1.600 millones de euros, incluso aunque no sean capaz de generar en el futuro los beneficios suficientes para compensar una ventaja así. Economía quiere evitar a toda costa que la subasta vuelva a elevar la factura para el contribuyente, y fuentes al tanto de la operación sugieren que confía en ingresar entre 900 y 1.000 millones por CatalunyaCaixa.
Gana posibilidades que el Estado aparque la venta y la gestione en solitario o, como algunos especulan, la integre con otras nacionalizadas (Bankia o Novagalicia).