QUITO (Reuters) - El presidente de Ecuador, Rafael Correa, reeditó el domingo sus juegos infantiles y obtuvo su séptima victoria electoral desde que ascendió al poder del país andino hace seis años.
Cuando tenía ocho años y vivía en la ciudad portuaria de Guayaquil, según su hermano jugaba a ser jefe de Estado con sus amigos, quienes cumplían el papel de ministros y recibían sus órdenes.
El carisma innato que mostró desde su infancia lo ha ayudado a ser uno de los presidentes más populares de Ecuador, aclamado como un salvador desde páramos andinos hasta la selva.
El apoyo al fotogénico economista quedó de relieve el domingo cuando más de la mitad de los votantes del país de 15 millones de habitantes le dio su apoyo para que extienda su "Revolución Ciudadana" por cuatro años más hasta el 2017.
Pero ni ahora ni cuando fue niño se ha salvado de las críticas por su carácter.
Sus enemigos ven en sus juegos de niño los rasgos autoritarios de un líder al que ahora acusan de acaparar poder, pues de alguna forma siempre se arregló para ser el jefe.
"A los ocho años con sus amigos jugaba a que él era presidente y los otros eran ministros. Y yo les decía, 'oye cuando uno juega a policías y ladrones, una vez te toca ser policía otra vez te toca ladrón'", dijo su hermano Fabricio, quien se convirtió en uno de sus mayores detractores tras una agria disputa por unos contratos con el Estado.
"'Pero acá ustedes siempre son los tontos que son los ministros y él es el presidente'", agregó en una entrevista al describir los juegos del pasado.
Como un vendaval, Correa ha ido sumando triunfos en las urnas y ha ganado tres elecciones presidenciales y cuatro procesos de referéndum para implementar sus reformas en el país.
Ahora el objetivo es continuar con su autoproclamada "Revolución Ciudadana" de corte socialista que lo compromete a luchar contra la agobiante pobreza y a expandir el papel del Estado en la economía ecuatoriana.
Correa, un economista con astucia política y un agresivo discurso antiestadounidense, ha construido un sólido apoyo por el aumento del gasto estatal en salud y educación en beneficio de los pobres en las periferias urbanas y zonas rurales.
Sus peleas con inversores de Wall Street y las empresas petroleras le han ayudado a construir una imagen de un aguerrido populista que lucha contra las élites en nombre de los pobres.
Para sus detractores, sin embargo, es un político autoritario e impulsivo que no tolera las opiniones diferentes y persigue a sus adversarios, mientras ataca tanto a la libertad de expresión como a la libre empresa.
Los opositores aseguran que su éxito político se deriva de la gran expansión de los poderes presidenciales y del uso indiscriminado de las arcas del Gobierno, hinchadas por el alza de los precios del crudo, el aumento de los impuestos y los acuerdos de financiación con China.
Su victoria allana el camino para que el líder de 49 años de edad permanezca una década en el poder, una hazaña notable en un país donde los golpes militares y las protestas violentas vulneraron la figura presidencial en el pasado reciente.
Y podría poner a Correa en camino a desempeñar un rol más protagónista en la izquierda de América Latina en momentos en que el presidente venezolano Hugo Chávez, el líder del movimiento en la región, lucha contra el cáncer en Cuba.
Los dos comparten un rechazo feroz al "imperialismo Yanqui", pero Correa ha dicho que "no le interesa en absoluto" ser una figura regional.
Y pese a que dijo no estar interesado en ocupar el lugar de Chávez en caso de que la enfermedad que sufre lo obligue a alejarse del poder, es altamente probable que continúe replicando los ataques retóricos que lideró Venezuela en los últimos años contra "el imperio".
En el 2009, el líder ecuatoriano puso fin a los vuelos estadounidenses contra el narcotráfico y dos años después expulsó a la embajadora designada por Washington en Quito.
El año pasado crispó los nervios de algunas potencias al permitir al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, refugiarse en la embajada de Ecuador en Londres, argumentando que Washington quería perseguir al ex pirata informático por la publicación de miles de cables secretos de Estados Unidos.
HÉROE DE LOS POBRES
Debajo de las duras críticas de Correa acerca de los medios corruptos y los banqueros inmorales se encuentra un fuerte deseo de reducir la pobreza que vivió de cerca en 1987 cuando trabajó como misionero en el remoto pueblo andino de Zumbahua.
Durante un año vivió en una pequeña habitación en una casa humilde, tocando la guitarra y compartiendo comida con los indígenas kichwa mientras aprendía su idioma.
La desnutrición, la falta de atención básica a la salud y la vista de niños que caminan descalzos y en harapos fue un fuerte contraste con su infancia en una familia de clase media baja.
"El tiempo que pasó acá lo marcó. Frente a las situaciones de pobreza, de necesidad, de indigencia en las que estaba inmerso el pueblo, él andaba diciendo que cuando fuera presidente estas cosas cambiarían y entonces se le burlaba un poco la gente", dijo Pío Baschirotto, un sacerdote de 71 años de Zumbahua que es amigo personal del mandatario.
Correa fue a estudiar una maestría en economía en Bélgica, donde conoció a su esposa, y en el 2001 completó su tesis doctoral en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, en la que escribió en contra de las reformas de libre mercado que barrieron América Latina en la década de 1990.
Padre de tres hijos, ganó la presidencia a fines del 2006 con la promesa de aliviar la pobreza aumentando la participación del Estado en la industria del petróleo y el gasto del Gobierno en bienestar social.
Desde entonces, duplicó los fondos para educación, acercó a comunidades olvidadas a las grandes ciudades con modernas vías y amplió el acceso a la asistencia sanitaria.
"Esta revolución no la para nada ni nadie (...) Estamos haciendo historia, estamos construyendo la patria" , dijo Correa al celebrar su victoria el domingo en el palacio de gobierno de Carondelet.
"Sólo estamos aquí para servirles, nada para nosotros, todo para ustedes", agregó dirigiéndose a cientos de eufóricos simpatizantes concentrados a las afueras del palacio.
Correa es un aficionado al ciclismo, casi siempre luce un bronceado saludable y a menudo aparece en tarimas cantando y bailando música latinoamericana, junto a sus ministros.
Durante sus recorridos siempre rompe el protocolo de seguridad para saludar con apretones de manos a sus partidarios y repartir besos a sus seguidoras, que lo ubican entre los hombres más atractivos del país de acuerdo a una revista local.
Y ese magnetismo personal habría ayudado a dejar muy atrás a su más cercano rival en los comicios, el ex banquero Guillermo Lasso.
ESTADO HECHO A MEDIDA
Su encanto y el alto gasto estatal a menudo se citan como las razones que han permitido a Correa tener una enorme popularidad en un contexto político volátil, que le costó la salida anticipada a sus tres predecesores en tan sólo ocho años.
Además Correa ha reformado las instituciones estatales mediante una nueva Constitución aprobada en el 2008, con lo que amplió el alcance de su poder, lo ayudó a poner aliados en entidades clave y le facilitó su segunda reelección.
También pasó por encima de una Asamblea hostil llamando a un referéndum en el 2011 sobre reformas para las que probablemente no hubiera podido tener el apoyo del legislativo. Críticos dicen que algunas de esas reformas le han permitido aumentar su poder sobre el sistema judicial.
Al mismo tiempo, amplió el uso de medios estatales para pulir su imagen, comenzó a llamar a los periodistas "corruptos" y "sicarios de tinta", y demandó a dos diarios críticos.
Líderes empresariales dicen que la expansión del control estatal sobre la economía y la creación de impuestos ha debilitado el sector privado, mientras advierten sobre la necesidad de atraer a la inversión extranjera para sostener el crecimiento del país petrolero y dolarizado.
Lasso lo acusó de querer extender la "franquicia del socialismo" en Ecuador por la similitud entre su Gobierno y los de Venezuela y Bolivia.
Algunos de los que le ayudaron a ganar la presidencia se pasaron a las filas de la oposición porque no encontraron espacio para expresar su ideas. Correa en un plazo de dos años separó a unos diez aliados de su círculo íntimo.
"Nosotros llegamos a tener una relación casi de hermanos. Y a veces no sabía ni él ni yo quien había dicho qué primero", dijo su mentor político Alberto Acosta, quien se peleó con Correa por los planes del mandatario para expandir la industria minera en detrimento del medio ambiente.
"Ya no le conozco. Se ha vuelto autoritario, prepotente, soberbio. Es un caudillo", agregó Acosta, quien compitió también el domingo por la presidencia.
PERSONALIDAD COMBATIVA
Una de sus más amargas peleas fue con su hermano Fabricio, quien lo acompañó en el inicio de su carrera política y con quien solía jugar a dirigir un país cuando eran niños.
El presidente rompió con su hermano en el 2010, cuando se hizo público que empresas ligadas a Fabricio habían firmado contratos públicos violando leyes contra el nepotismo.
Fabricio niega los cargos y dice que la relación se rompió cuando se quejó sobre contrataciones irregulares del Gobierno.
"Se nos hizo fanático", dijo Fabricio. "Se piensa a sí mismo (como un) mesías y siempre diseñó un proyecto totalitario perfecto porque cree que esa es la única manera de ayudar a los pobres", añadió.
Pero Correa siempre tiene respuestas rápidas y bien sustentadas a tales acusaciones.
"Dicen que estamos obsesionados por el poder (...) ¡Sí! Estamos obsesionados por el poder servir a nuestros ciudadanos, sobre todo a los más pobres", dijo el mes pasado cuando celebró seis años en el cargo.
"Estamos obsesionados por el poder construir más escuelas, más hospitales, más carreteras, más puentes", acotó.
Los partidarios y rivales se quejan por igual de que su temperamento fuerte y su actitud hostil le han llevado a peleas innecesarias y a poner en práctica políticas basadas en la confrontación.
Su enfrentamiento más notable fue en el 2008 con los tenedores de deuda ecuatoriana, cuando decidió dejar de pagar unos 3.200 millones de dólares a pesar de que el país tenía los fondos para cumplir con esa deuda. Su Gobierno argumentó que la deuda había sido contraída ilegalmente en el pasado.
Ecuador después recompró esos bonos con un gran descuento, en una osada operación que sorprendió a los inversionistas, pero que dejó al país fuera de los mercados internacionales.
Correa también forzó a las petroleras a firmar contratos otorgando al Estado un mayor ingreso, empujando a la brasileña Petrobras a abandonar el país, y obligó a las compañías de telefonía a pagar más por sus licencias de operación.
Los ingresos estatales han mejorado gracias a estas reformas, pero la inversión extranjera ha disminuido dejando al país en una posición vulnerable en el largo plazo.
"Su mayor defecto es su mayor virtud. Pelea por las cosas en las que cree sin medir las consecuencias. Es como Don Quijote frente a los molinos de viento", dijo la amiga de Correa y ex ministra Susana Cabeza de Vaca.
/Por Eduardo Garcia y Alexandra Valencia/
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