Empresas y finanzas

PSOE: "Hubo tráfico de influencias en el fichaje de la mujer de Margallo"

El fichaje de Isabel Barreiro, la mujer del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, por el laboratorio GlaxoSmithKline (GSK) a los pocos meses de dejar un alto puesto en la Consejería de Sanidad de Madrid es, según el PSOE, un caso claro de "tráfico de influencias y promiscuidad política".

José Manuel Freire, diputado en la Asamblea regional y portavoz de Sanidad del grupo socialista, se mostró ayer contundente en declaraciones a elEconomista: "Parece claro que el laboratorio no la fichó porque tuviera una gran valía profesional, sino por sus contactos y relaciones en la Administración".

Freire considera que no se trata ya sólo de cambiar las leyes, sino que debería haber un código ético de buena conducta que impida casos como éste. "La administración regional debe contratar a un laboratorio farmacéutico por la calidad y el precio de sus productos, en ningún caso porque haya fichado a una persona con una buena agenda para hacer lobby", explicó.

Tal y como adelantó ayer este periódico, Barreiro fue entre 2007 y 2010 directora de Gabinete del exconsejero Juan José Güemes en la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Cuando éste abandona su puesto en marzo, la mujer de Margallo se marchó también, fichando apenas seis meses después por el laboratorio británico en calidad de directora autonómica de Asuntos Sanitarios. Es decir, que su relación con la administración regional es total.

Aunque Freire considera que ahora ya no tiene sentido pedir su dimisión -Güemes sí que ha renunciado a su puesto como consejero de Unilabs- "habría que analizar las adjudicaciones que pudiera haber habido después porque si se demuestra que logró un trato de favor podríamos estar ante una vulneración del Código Penal".

Isabel Barreiro no se saltó la ley porque la normativa de incompatibilidades de altos cargos en la Comunidad de Madrid no le obligaba a esperar dos años, como sucedía con el exconsejero Güemes, pero aún así, los expertos jurídicos consultados por este periódico coinciden en señalar que su incorporación a GlaxoSmithkline supone una vulneración de los principios éticos mínimos.

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