
Mientras que el expresidente de Astroc resurge de sus cenizas y construirá en Cataluña un parque temático alternativo a Eurovegas, el ex de Colonial entra en concurso con 545 millones de deuda.
Dos hombres (léase Luis Portillo y Enrique Bañuelos) emprenden un viaje a la vez (uno desde Sevilla y otro desde Sagunto, en Valencia) con el objetivo de llegar a un punto X (llámese ascensión a las alturas) a costa de lo que fuera.
Pregunta: ¿Quién llega primero si se tiene en cuenta que los dos parten de un mismo origen (familias muy humildes), llevan el mismo peso en su equipaje (ambición y ganas) y caminan con cotizaciones en sus empresas (Colonial y Astroc) que llegaron a multiplicarse por mil en apenas un año?
Señorito sevillano, el primero, y de Valencia el segundo, Luis Portillo y Enrique Bañuelos fueron el exponente del milagro de los panes y los peces, los reyes Midas que convertían en oro lo que tocaban, protagonistas indiscutibles de una burbuja inmobiliaria con la que supieron embaucar a lo más granado de la banca, la política y la empresa.
¿Quién de los dos ha ganado esta carrera? La respuesta se puede leer en los titulares de elEconomista: "Portillo, a concurso con 545 millones de deuda" versus "La Caixa y Bañuelos harán un Eurovegas alternativo junto al parque de Port Aventura".
¿Solución? Enrique Bañuelos, al menos a día de hoy y "hasta que alguien descubra que como en el cuento de Hans Christian Andersen, nuestro emperador está desnudo", dice alguien que conoce muy bien al que fuera fundador de la inmobiliaria Astroc. "Lo que ocurre es que no hay memoria histórica y Bañuelos ha sido recibido en Barcelona por todo lo alto precisamente por quienes antes no quisieron saber nada de él", dice en relación a La Caixa, que en su día no llegaron a fiarse de él.
Años mas tarde, los protagonistas de la bancarrota del sector inmobiliario español han vuelto a encontrase en las portadas de la prensa como dos caras de la misma moneda. Enrique Bañuelos y su megaproyecto de juego en Barcelona es la cara. Luis Portillo, sin embargo, es la cruz. El expresidente de Colonial repite gafe y lleva su holding Zent a concurso con 545 millones de deuda.
Quimeras de empresarios
Los dos fueron reyes del ladrillo, cada uno en su estilo. Tras un primer asalto a la constructora Metrovacesa, después de adquirir participaciones en el Santander y el BBVA, Luis Portillo compró la inmobiliaria Inmocaral y después Colonial, a la que fusionó con Riofisa. En 2007 se iba con la empresa al borde de la quiebra. Como Zent Inversiones.
La bogaría de Portillo tampoco es mejor. Su inmobiliaria Astroc protagonizó la suspensión de pagos más cuantiosa en España. Bañuelos empezó a hinchar sospechosamente los números, hasta que en 2007 se rompió el cántaro de la lechera. Sus acciones se desplomaron y tuvo que huir del país. Intentó llevar su negocio a Brasil, con la misma mala suerte. Su última apuesta es Veremonte Internacional y, de momento, ha hecho juego. Barcelona le ha puesto la alfombra roja.