Alejandro Méndez
Buenos Aires, 20 mar (EFECOM).- La llegada del otoño austral, mañana 21 de marzo, reaviva el temor a los racionamientos y cortes de electricidad, gas y combustibles fósiles en el Cono Sur americano, una región con un déficit de energía casi crónico.
Para afrontar este problema, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile Paraguay y Uruguay aplican planes que abarcan tanto inversiones como medidas de ahorro y uso "racional" de la energía, en medio de advertencias empresariales sobre los riesgos de una crisis.
Bolivia ha admitido que no puede cumplir compromisos de provisión de gas a Argentina y hay retrasos en las inversiones de una docena de petroleras para ampliar la producción del hidrocarburo, lo que pone en duda que pueda convertirse en el mayor proveedor energético del Cono Sur.
Chile, que tiene conflictos territoriales con Bolivia y Perú por los que ambos se niegan a proveerle gas, aparece como el país con la situación más crítica en vista de que importa los combustibles que consume.
La economía chilena sufre desde 2004 el racionamiento del gas, hidrocarburo que le vende Argentina en un escenario de alza de precios internacionales y sequías.
El Gobierno de Perú descartó en febrero exportar gas natural a Chile del yacimiento de Camisea porque tiene intención de masificar su consumo en el mercado doméstico para frenar la dependencia de la gasolina y el petróleo.
El Parlamento chileno acaba de aprobar una ley que busca impulsar las inversiones en Energías Renovables No Convencionales para generar electricidad.
Argentina y Brasil, las mayores economías de la región, acordaron "garantizar" el mutuo suministro de energía tras constatar la situación de Bolivia en febrero pasado, cuando los brasileños se negaron a ceder a los argentinos parte de sus compras de gas boliviano.
Argentinos y brasileños tienen pendientes antiguos proyectos de represas que supondrían una solución a la escasez energética, pero esos planes chocan con el rechazo popular y de grupos ecologistas.
La semana pasada, la presidenta argentina, Cristina Fernández, lanzó el plan "Energía Total", una iniciativa que libera los precios del gas extraído de nuevos yacimientos y que pretende incentivar las inversiones de las petroleras, aunque llega tarde, a juicio de expertos que achacan la crisis a la imprevisión y la congelación de tarifas.
Venezuela proveerá a Argentina de fuel y gasóleo, como lo hace desde 2005, además de gas licuado de petróleo por una alianza entre la venezolana PDVSA y la argentina Enarsa, ambas estatales.
A diferencia de sus vecinos, el abastecimiento de Brasil depende sobre todo del nivel de sus represas hidroeléctricas, que tras las sequías de hace unos meses está en punto "crítico", aunque rige un plan "de emergencia" sobre el uso de centrales térmicas.
Brasil, que importa cerca de 30 millones de metros cúbicos de gas desde Bolivia para atender sus centrales térmicas y la industria, argumenta que no puede ceder una parte de su combustible a Argentina por el repunte en el consumo en invierno.
Para evitar que se repita la severa crisis de 2001, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Siva, lanzó el año pasado un plan para construir cinco represas en las fronteras con Argentina y Bolivia y están en licitación dos vecinas a territorio boliviano.
Venezuela y Cuba contribuyen al plan de ahorro que impulsa el presidente de Bolivia, Evo Morales, con la sustitución gratuita de millones de bombillas incandescentes por otras de bajo consumo, similar al que aplica Argentina.
El Gobierno de Uruguay también aplicó un plan de ahorro porque la preocupante situación en Argentina y Brasil no le asegura un flujo de intercambio de energía eléctrica en caso de escasez.
Uruguay, donde se han renovado los debates sobre la conveniencia de recurrir a la energía nuclear para acabar con la dependencia energética de sus vecinos, trabaja con Argentina para construir una planta de re-gasificación de gas licuado de petróleo en Montevideo.
En Paraguay, el país más tórrido del Cono Sur, las autoridades no suelen tomar previsiones porque dispone de abundante electricidad que en mayor parte provee la represa de Itaipú, de propiedad compartida con Brasil.
Pero despiertan preocupación los frecuentes problemas que causa el racionamiento del gas licuado que Argentina le vende a Paraguay, unas 7.000 toneladas diarias para uso doméstico, industrial y para atender la demanda de unos 25.000 automóviles. EFECOM
alm/mar/lgo
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