Gonzalo Robledo
Tokio, 11 jul (EFECOM).- El escepticismo que desatan las futuras conversaciones entre el grupo Nissan-Renault con la estadounidense General Motors (GM) aumenta a medida que los expertos desvelan nuevos inconvenientes a una alianza de escala colosal.
El diálogo inicial, que según la prensa local tendrá lugar el próximo viernes entre el presidente de GM, Richard Wagoner Jr., y su homólogo de Nissan-Renault, Carlos Ghosn, deberá decidir qué tipo de alianza y si hay o no intercambio de capital.
La oleada de comentarios negativos a la escala de un pacto que de llegar a consolidarse controlaría casi una tercera parte del mercado mundial del motor, empieza a dar paso a puntos concretos sobre lo que está en juego para ambas empresas.
Expertos japoneses están de acuerdo en que la alianza beneficiará sobre todo al principal promotor del trato, el multimillonario Kirk Kerkorian, de la empresa Tracinda, propietario de casi un diez por ciento de GM.
El gigante estadounidense del motor, añaden, quiere mostrar a sus inversores que está dispuesto a una reestructuración como la realizada en Nissan por Ghosn, el ejecutivo franco-brasileño que llega a la reunión con un bagaje de espectaculares reflotes corporativos.
El recorte de gastos que traería la compra conjunta de componentes empieza a ser un factor desvirtuado por la dificultad en encontrar fabricantes capaces de suplir productos a tres empresas que gastan en piezas unos 156.500 millones de dólares anuales, según cifras del diario económico Nihon Keizai.
Otra de las preocupaciones que gana protagonismo es la rivalidad de productos y mercados.
Mientras GM necesita en Estados Unidos vehículos pequeños con mayor rendimiento de combustible, como el Sentra de Nissan, el fabricante nipón difícilmente estará en condiciones de compartir sus productos estrella en el mercado norteamericano, donde genera el 60 por ciento de sus beneficios por operaciones.
Dentro de los intereses de Ghosn en GM, los expertos destacan la alianza del gigante estadounidense con la nipona Isuzu Motors en motores diesel, una tecnología que permitiría a Nissan fortalecer posiciones en el sector de las camionetas "pick up" en el mercado norteamericano.
Al haber abandonado el mercado estadounidense, la francesa Renault estaría fuera de la ecuación anotan los analistas y señalan el tiempo prolongado que requerirá la compleja repartición de territorios y la división de mercados.
Se espera además, que la alianza no deje intactos los lazos existentes entre GM y Toyota, el fabricante nipón que es a la vez su primer rival para desplazarlo como líder mundial del sector.
Toyota tiene negocios con GM, colabora con ellos en tecnologías favorables al medio ambiente y en 1984 estableció una planta de ensamblaje conjunta en Norteamérica.
De momento, el comentario más escuchado sobre la reacción de Toyota a la posible unión de su amigo americano con Nissan-Renault lo publicó el diario local Japan Times el pasado fin de semana: "los ejecutivos de Toyota están furiosos con GM".
Respecto a la escala del pacto, la prensa japonesa aventura una compra del 20 por ciento.
Al ser la capitalización de GM de unos 17.400 millones de dólares, Nissan-Renault deberá desembolsar unos 3.500 millones de dólares.
El diario Nihon Keizai plantea, entre otros, el interrogante de si Wagoner y los ejecutivos de GM están interesados en aceptar una alianza de capital que permita a Ghosn participar en las decisiones del fabricante estadounidense.
La participación del estado francés en Renault es un punto que destacan los analistas al subrayar las implicaciones de que intereses extranjeros controlen una empresa automovilística emblemática, cuyo nombre evoca en su país de origen el eslogan "si es bueno para GM es bueno para Estados Unidos". EFECOM
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