"Es un desafío que no se puede rechazar". Genio y Figura. A Antonio Horta Osorio no le arredra ser el hombre elegido por el Santander para pilotar Abbey en su nueva fase. La del agresivo lanzamiento comercial con ambiciosos objetivos de crecimiento. Al futuro consejero delegado de la filial que más dinero da al grupo, tras la red española del Santander, no le impone coger el timón de un banco que es seis veces el luso Totta que hoy dirige. Más bien, le motiva. Lo revela su vida: le estimulan los retos.
Se dice de él que a los tempranos 15 años tomó la determinación de romper la tradición familiar de dedicarse a la abogacía y apostó por la banca. Hombre voluntarioso y de afinado olfato empresarial, ya se financiaba entonces sus caprichos y salidas vendiendo el marisco que cogía practicando la gran afición al buceo que todavía cultiva desde el barco familiar Intrépido.
A falta de dos años para lograr la licenciatura en administración y gestión de empresas, hizo los primeros pinitos en la docencia como profesor asistente. Pero lo suyo eran las finanzas. Y a un año de finalizar los estudios, y con un currículum que engordaría con masters en Fontainebleau y Harvard, golpeó a las puertas de grandes bancos. Llegaron varias contestaciones. Eligió Citibank y, con sólo 23 años, Citibank le hizo jefe de Mercados de Capitales en Portugal. Un trampolín para recalar en Goldman Sachs International, en Londres, y la pasarela profesional al grupo cántabro.
Dicen que estaba en la City cuando un headhunter puso su currículum en manos de Emilio Botín, quien le llamó para montar un banco de inversión en Portugal con 30 millones de dólares. Doce meses después, la entidad fundada por un Horta que no había cumplido los 30 era reconocida como la mejor de su condición. ¿Fortuna? "El factor suerte da mucho trabajo", le gusta decir. Algo de tesón debió descubrir Botín cuando encamina a los pocos años su carrera hacia Brasil, el país latinoamericano donde el grupo asienta el mayor bastión. Misión: dirigir con 33 años otro banco de inversión y el recién aquirido Banco General de Negocios, reportando a Ana Patricia Botín.
Poco sospechaba entonces que el mayor encargo y uno de los más difíciles, hasta su promoción a Abbey, le esperaba en su tierra natal. El joven banquero regresa con su mujer y sus dos hijos pequeños a Lisboa. Le toca lidiar en la compra más polémica del Santander: la del Totta y Crédito Predial al empresario Antonio Champalimaud, que desató la feroz oposición nacionalista del Gobierno de Antonio Guterres y tuvo que ser desbloqueada a instancias de la Unión Europea (UE). El Totta, del que ahora deja la gestión diaria para capitanear Abbey, gana cuatro veces más que en 2000, cuando aceptó las riendas.
Pero ahora este aficionado al tenis y afiliado del Sporting Club de Portugal de 42 años, va con ventaja. Conoce al detalle el banco británico porque es consejero desde su compra en 2004, y algo tuvo que involucrarse en ella cuando fue uno de los ocho directivos que la explicó en la City. Y en el grupo, Horta pulsa como respira desde el cargo de director general que se ganó en 2001. ¿Carrera fulgurante? Él lo llama, política de la "meritocracia". Sin haber recalado aún en la mayor filial extranjera del Santander, en Portugal le auguran otro paso a un escalón superior. El futuro dirá.