
Es uno de esos proyectos que marcan época y de los que luego se nutren los documentales de televisión para escrutar los entresijos de las megaconstrucciones. Pero de momento, el puente sobre el estrecho de Mesina (con una sola ese según la Fundación del Español Urgente) no es más que eso, un proyecto que nunca arranca.
Una visión que lleva más de cuarenta años emborronada por la controversia y la demagogia política en Italia y que el próximo mes de octubre tendrá que pasar una nueva moción de confianza dentro del Gobierno que preside Mario Monti. Entonces se despejará la incógnita sobre si el anhelo permanece o, por el contrario, el plan de construir el puente colgante más largo del mundo acaba desvaneciéndose.
"Somos bastante escépticos por la situación económica que se vive en estos momentos en Italia, pero no perdemos la confianza. Si finalmente se cancela el proyecto solicitaremos la indemnización correspondiente y en el caso de que haya que empezar lo haremos encantados. Aunque aquí la sensación generalizada es que el proyecto se volverá a paralizar", explican desde Sacyr Vallehermoso, una de las empresas integrantes del consorcio que en 2005 ganó el concurso para la construcción del puente de Mesina por 3.880 millones de euros (el presupuesto de licitación era de 4.400 millones). Junto a la española, con un peso del 18,7%, se cuenta Impregilo (45%), Condotte (15%), CMC (13%), la japonesa IHI (6,3%) y ACI (2%).
La llegada de los tecnócratas al Ejecutivo transalpino en 2011 paralizó durante un año todas las obras dependientes del Estado que, este otoño, se enfrentan a una reválida crucial. Eso sí, la hipotética cancelación del proyecto sobre el estrecho de Mesina parece remota. Ya cuando Romano Prodi ganó en 2006 las elecciones generales a Silvio Berlusconi, uno de los grandes defensores de la idea de unir el sur de la península con la isla de Sicilia, el político trató de suprimir los planes de construcción por no considerar la obra prioritaria y por su elevado coste. En su afán, Prodi quiso cerrar la sociedad estatal gestora de la obra, Estrecho de Mesina, pero el volumen de las indemnizaciones era tal que finalmente desistió. Según algunos medios, éstas se podrían elevar hasta los 400 millones de euros.
Ya en 2009 Berlusconi, de nuevo en el poder, reactivó el proyecto planteado tres años antes y dispuso los 3.880 millones de euros de marras para que el consorcio comenzara con la construcción del puente y de las infraestructuras aledañas que van aparejadas. Incluso se llegaron a dar fechas para el inicio de las obras. Pero una vez más, la inestabilidad política y la crisis económica echaron por tierra el viejo sueño de unir la isla siciliana al Viejo Continente. Una ambición por la que han suspirado sucesivos gobiernos italianos desde el año 1971, fecha en la que el Parlamento aprobó por primera la vez un proyecto para construir un puente en la zona. El arrebato de Berlusconi de aquel año topó con la necesidad de cogenlar los fondos disponibles para infraestructuras, de desviar los fondos previstos para el puente y con la posterior decisión de la Unión Europea de retirar el puente de Messina de la lista de proyectos prioritarios para las redes transeuropeas durante el periodo 2014-2020.
Obras con contratiempos
El puente de Mesina no es el único proyecto de Sacyr Vallehermoso que acumula contratiempos. La compañía, que el pasado mes de octubre vivió uno de los episodios más convulsos de su historia con la destitución del entonces presidente, Luis del Rivero, tras su intento de asalto a Repsol, también ha sufrido la adversidad en las obras en marcha del Canal de Panamá.
Aquí, las huelgas de trabajadores, las dificultades climatológicas y los problemas surgidos con la mezcla del hormigón para construir el tercer juego de esclusas del Canal, han ralentizado las obras generando además un sobrecoste que la empresa negocia con las autoridades panameñas. "Estas negociaciones son normales con obras tan grandes y que se alargan en el tiempo durante muchos años. Pero, si el proyecto es de 3.200 millones, estamos hablando de que el sobrecoste, como mucho, podría llegar a los 50 millones de dólares. Pero los contactos con las autoridades panameñas no han finalizado y la cifra podría ser menor", aclaran fuentes de Sacyr, que hasta marzo de este año contaba con una cifra de negocio de 875 millones de euros, un 15,8% menos en comparación con el mismo periodo del 2011. "El plazo de finalización, pese a todos los contratiempos, sigue siendo octubre de 2014".