MADRID (Reuters) - Golpeados por la crisis de la zona euro y distraídos por problemas políticos en casa, los líderes de las potencias industriales del mundo miran al sector privado para ayudar a combatir el hambre y la malnutrición de hasta mil millones de personas que sufren escasez, sequías y crecientes precios de los alimentos.
El presidente de EEUU, Barack Obama, anunció un nuevo programa de colaboración público-privada que implica unos 3.000 millones de dólares en compromisos de las empresas, en un intento de avivar la cumbre de esta semana del adinerado Grupo de los Ocho para buscar nuevas formas de ayudar a los empobrecidos agricultores de pequeñas explotaciones en África, que podían tener la clave para mejorar el suministro mundial de alimentos.
"En un tiempo de austeridad, algunos han preguntado si esta nueva alianza es sólo una forma de que el Gobierno ponga la carga sobre otro. Quiero ser claro. La respuesta es no", dijo Obama a un público de varios cientos de personas entre las que se encontraba el cantante Bono, gran defensor de la lucha contra el hambre.
"Incluso en estos duros tiempos fiscales, seguiremos haciendo inversiones históricas en desarrollo", dijo Obama, añadiendo que es un "escándalo" que siga habiendo niños que mueren de hambre.
La reunión de este año del G-8 -formado por EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón, Canadá y Rusia- se centrará en las complicaciones económicas que acosan a los países más ricos del mundo, como las preocupaciones sobre Grecia, el futuro de la eurozona y propuestas para utilizar las reservas petroleras de emergencia para compensar las menguantes exportaciones de la sancionada Irán.
Sin embargo, las autoridades de EEUU dicen que la Administración Obama también quiere que el G-8 dé nuevos pasos para mejorar la seguridad alimentaria mundial, avanzando sobre la cumbre de 2009 en L'Aquila, Italia, que aspiraba a movilizar 20.000 millones de dólares durante tres años para impulsar las inversiones agrícolas en países pobres.
"Reducir la malnutrición y el hambre en todo el mundo avanza en la paz y la seguridad mundial, y eso incluye la seguridad nacional de EEUU", dijo Obama, aludiendo a las preocupaciones internas en un año de elecciones presidenciales en EEUU.
Los precios de los alimentos se dispararon en 2008, lo que llevó a un aumento del hambre, la malnutrición y el descontento social, subrayando los años de subinversión en agricultura en los países en desarrollo.
Los costes se han mantenido altos y volátiles desde entonces, subiendo un 40 por ciento entre junio y diciembre de 2010, mientras que los precios del maíz y el trigo se doblaron en ese periodo, elevando los gastos alimentarios de los países más pobres del mundo.
ACUERDOS CON GRANDES EMPRESAS
Obama, que ha hecho de mejorar el suministro global de comida un pilar de su política de desarrollo en el extranjero, dijo que la nueva iniciativa mejorará la nutrición de 50 millones de personas vulnerables, especialmente en África, durante la próxima década.
El programa incluye un nuevo acuerdo con grandes empresas agrícolas como DuPont, Monsanto y Cargill, así como firmas más pequeñas, entre las que habría unas 20 compañías africanas. Las empresas dedicarán unos 3.000 millones de euros para proyectos que ayuden a los agricultores del mundo en desarrollo a construir mercados locales y mejorar la productividad.
El proyecto se centrará en unos 30 países, que acogen a aproximadamente el 26 por ciento de los 1.400 millones de pobres extremos del mundo y ya tienen planes de inversión agrícola con respaldo internacional que necesitan apoyo de donantes. Entre los países están Bangladesh, Benin, Mozambique, Nepal, Nigeria, Ruanda, Sierra Leona, Zambia, Uganda, Tayikistán y Etiopía.
Neil Watkins, director de política en el grupo humanitario estadounidense ActionAid, dijo que las nuevas iniciativas podrían mejorar la situación de las mujeres agricultoras, que ya producen hasta el 90 por ciento de la comida cultivada en el continente pero con frecuencia carecen de acceso a tecnología apropiada de bajo coste, créditos rurales o artículos modernos como semillas o fertilizantes.
Sin embargo, señaló que se requerirá un compromiso sostenido a los donantes tradicionales e inversores privados, y mostró su preocupación porque pueda resultar difícil vincular a las grandes corporaciones agrícolas del mundo con algunos de los granjeros más pobres.
"Es improbable que estos granjeros marginales sean objetivo de inversión corporativa", dijo Watkins. "La inversión corporativa no es una cura mágica para la seguridad alimentaria en África".
/Por Andrew Quinn/
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