USHUAIA, Argentina (Reuters) - La presidenta argentina, Cristina Fernández, conmemoró el lunes el trigésimo aniversario de la guerra de Malvinas, criticando a Reino Unido por mantener "enclaves coloniales" y negarse a mantener un diálogo sobre la soberanía de las islas.
Fernández intensificó la presión en Londres para que acceda a iniciar negociaciones sobre la soberanía sobre las Malvinas en los meses previos al aniversario de la disputa bélica entre Argentina y Reino Unido en 1982 por el archipiélago ubicado en el Atlántico Sur, que se prolongó por unas 10 semanas.
Al tiempo que busca consenso de países latinoamericanos y otras naciones para apoyar su reivindicación, el Gobierno de Fernández ha intentado interrumpir la exploración de petróleo en las Malvinas, con advertencias legales y bloqueo de embarcaciones.
"Es una injusticia que en pleno siglo XXI todavía subsistan enclaves coloniales como el que tenemos aquí, a pocos kilómetros de distancia", dijo Fernández en un discurso en un acto público en la ciudad patagónica de Ushuaia.
"Justicia reclamamos también para que no sigan depredando nuestro medio ambiente, nuestros recursos naturales ictícolas y petroleros; justicia, para que se respete la integridad territorial", agregó.
Londres sostiene que solamente accederá a negociar si lo reclaman los 3.000 habitantes de las islas, en su mayoría británicos y descendientes de británicos, que no parecen dispuestos a hacerlo.
La guerra de Malvinas comenzó el 2 de abril de 1982, cuando tropas argentinas desembarcaron en las islas, y finalizó 74 días más tarde con su rendición. Durante el conflicto, murieron 650 soldados argentinos y 255 británicos.
En general, para los argentinos, la guerra fue un error de la dictadura militar que gobernaba el país en ese momento, pero consideran que las Malvinas son argentinas y se convirtieron en un símbolo nacional en el país sudamericano.
Manifestantes de grupos de izquierda, que protestaban frente a la embajada británica en Buenos Aires, se enfrentaron el lunes con miembros de fuerzas de seguridad que estaban en la zona, a los que les arrojaron piedras y cócteles molotov, según mostraron imágenes televisivas.
En Londres, el primer ministro, David Cameron, quien mantuvo cruces verbales con Fernández en los últimos meses, dijo que los isleños son quienes deben decidir su futuro.
Tres décadas después de la guerra, prevalece el sentimiento pro británico y un fuerte recelo hacia Argentina en las Malvinas, ubicadas a 12.700 kilómetros de Londres y a un vuelo de apenas 75 minutos del sur de Argentina.
Los detractores de Fernández afirman que las reclamaciones de soberanía proveen una distracción conveniente para cuestiones económicas, como la alta inflación y la desaceleración de la economía tras años de fuerte crecimiento.
Pero la mandataria rechazó esos argumentos y dijo que es Cameron quien necesita distraer a los votantes de los problemas económicos que acechan al país europeo.
"Si fuera por cuestiones económicas, es un argumento que no nos pueden aplicar a nosotros, sería mucho más aplicable al Reino Unido que a la República Argentina afortunadamente para todos los argentinos", dijo Fernández.
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