
Panrico ha entrado en una situación financiera crítica. El fabricante de bollería catalán, propietario de las marcas Donuts y Artiach, ha reducido sus ventas un 40% en los últimos cuatro años y suma ya pérdidas acumuladas de 585 millones.
"En 2010 perdimos 225 millones de euros y en el último ejercicio, aunque las cifras están todavía pendientes de auditar, habrá unos números rojos al menos de otros 200 millones", explican en la empresa. A la espera del cierre definitivo y la correspondiente auditoría, Panrico habría facturado en el último año 525 millones.
El panorama es tan dramático que, según algunas fuentes, el nuevo consejero delegado, Joan Casaponsa, podría estar preparando ya la solicitud del concurso de acreedores. Con una plantilla de algo más de 1.000 personas, a los que hay que sumar una red de autónomos de otros 3.000 trabajadores más, la empresa sólo tiene una salida.
La banca acreedora, que tiene ahora mismo el control de la compañía, se niega a poner más dinero. Pero Oaktree, un fondo de inversión que participa ya en el capital con un paquete del 30 por ciento, está dispuesto a inyectar 130 millones y tomar el 80 por ciento. Para eso sólo hay una condición y es que la plantilla de la fábrica de Santa Perpètua de Mogoda, en Barcelona, acepte una severa reducción de los costes laborales, de al menos el 25 por ciento, lo que implicaría un ahorro de 3 millones de euros al año aproximadamente.
"La planta de Santa Perpetua no es competitiva. El coste es superior en un 40 por ciento al de otras plantas de la competencia y, al margen de los 29 liberados sindicales, hay un índice de absentismo altísimo. O eso cambia, o la única solución será el cierre", explican las fuentes consultadas.
La producción de esa fábrica, que emplea actualmente a unas 400 personas, se trasladaría al resto de centros con los que cuenta el grupo en todo el territorio nacional. "No está decidido", dicen. De momento, y al margen de Barcelona, el grupo tiene instalaciones en Madrid, Córdoba, Santiago de Compostela, Mallorca, Sevilla, Valladolid y Murcia. La empresa dio un ultimátum al comité de empresa para llegar a un acuerdo la semana pasada, pero el plazo se alargó al menos por unos días, después de que la Consejería de Empresa y Empleo de la Generalitat citara el pasado viernes a la dirección de Panrico y a los sindicatos hoy por la mañana para intentar desencallar las negociaciones y evitar así el cierre.
Las trabas a las negociaciones
Según los sindicatos, el principal escollo en las negociaciones está en el recorte salarial que plantea la compañía -entre 50 y 1.000 euros según la situación de cada empleado-, así como en el aumento de la jornada laboral -hasta cerca de las 1.660 horas anuales por las más de 1.300 actuales- y la inclusión de una "cláusula de reducción del absentismo laboral". Pero es eso o nada, porque la planta, en caso de que no se aplicaran estas medidas, no es viable, según la dirección. Y los números así lo atestiguan.
Si el acuerdo fuera viable, además de la reestructuración industrial y financiera, el próximo paso sería reordenar, según la empresa, toda la estrategia comercial y la oferta de productos al consumidor.