Txema Ruiz
Madrid, 16 feb (EFECOM).- Asumida por casi todos la volatilidad de los mercados bursátiles, los comentarios se centran ahora en los datos macroeconómicos y los resultados de las empresas que van cayendo, con diferente signo, en estos días.
Tampoco las críticas y las polémicas han estado ausentes de la vida económica, y se podría decir que San Valentín no tuvo precisamente un efecto balsámico sobre los políticos que aprestan sus argumentos cada vez más, a medida que se acerca el 9 de marzo.
El PIB tuvo parte de la culpa: parece que a Miguel Arias Cañete, secretario ejecutivo de Economía y Empleo del Partido Popular (PP) no le cuadran las cifras que el Instituto Nacional de Estadística dio sobre el PIB, con ese crecimiento intertrimestral del 0,8 por ciento (un décima más que en el anterior).
Le extraña al responsable económico popular que se pueda crecer en un momento de clara recesión, apuntó el día 14, y pidió al INE que sea más prudente a la hora de dar a conocer sus datos, sobre todo, porque estamos en campaña electoral.
Evidentemente, la respuesta del Gobierno, a través del secretario de Estado de Economía, David Vegara, no se hizo esperar, y dijo del PP que cometía una grave irresponsabilidad al poner en entredicho el sistema estadístico español.
El propio INE ha salido al paso de las críticas, algo verdaderamente inusual, y ha recordado que su trabajo se ajusta a las normas europeas y por lo tanto son absolutamente fiables. Veremos en qué acaba esto.
Y el viernes tuvimos, no las lentejas quijotescas, sino el preocupante IPC, que no fue nada, pero que nada bueno. Nos situamos en el 4,3 por ciento pese a que enero es un mes de rebajas. Es la inflación más alta desde 1995.
Pedro Solbes, afónico, dijo que se debe a factores exógenos y que no se produce una inflación generalizada, lo que permite ser optimista de cara a los próximos meses.
Por supuesto, desde la oposición las cosas se ven de forma muy diferente y el PP dice que el Gobierno se limita a esperar que baje el precio del petróleo para que descienda la inflación, mientras que los sindicatos piden ya medidas para compensar las pérdidas de poder adquisitivo en casi todos los sectores.
Es de suponer que Don Quijote habría consumido mucho más de las tres partes de su hacienda en salpicones, palominos y duelos y quebrantos, pues los alimentos frescos suben de forma contundente. En resumen se hubiera apretado el cinturón.
Tampoco la semana ha sido muy propicia para General Motors, que anunció el día 12 unas pérdidas récord de 26.700 millones de euros y que van a suponer que 75.000 trabajadores se vayan a la calle.
La repercusión en España, donde GM tiene una fábrica en Figueruelas (Zaragoza) está por ver, aunque parece que está entre las más productivas del grupo y, por lo tanto, no tendría que verse en peligro la continuidad de los puestos de trabajo.
Y la marea negra de las hipotecas de baja calidad (subprime) sigue extendiéndose. Esta semana se han confirmado los malos datos de la Unión de Bancos Suizos, que ha confesado unas pérdidas de 4.400 millones de francos y, lo que es peor, que la crisis aún no ha tocado fondo.
El que sí ha tocado fondo es el presidente de la Deutsche Post, Klaus Zumwinkel, que ha tenido que presentar su dimisión al ser sospechoso de estafar al fisco alemán nada menos que un millón de euros. Y quedan pendientes las acciones penales que le pueden llevar a la cárcel.
Y ya tenemos fecha para la llegada del AVE a Barcelona: el 20 de febrero. En las primeras horas, tras el anuncio, se vendieron nada menos que 14.000 billetes y eso que el precio (120 euros) ha sido considerado un poco excesivo.
En fin, que la semana ha sido movidita y que a medida que se acerque la fecha de las elecciones generales cabe esperar que los datos y cifras económicas sean verdaderos arietes con los que derribar al adversario. EFECOM
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