Empresas y finanzas

En la India, la empresa es cosa de familia

Fernando A. Busca

Nueva Delhi, 29 jun (EFECOM).- En la India los grandes conglomerados empresariales son cosa de familia.

Desde empresas como Shriram, Oberoi y Birla a gigantes como Mittal, Tata y Reliance, tres de los nombres propios indios más respetados e influyentes en el mundo de los negocios, se caracterizan por un fuerte componente familiar, aunque en cada una la impronta de un apellido y sus consecuencias son diferentes.

Las empresas familiares en la India son algo más que un asunto de ciertas compañías, ya que 450 de los 500 emporios más valiosos de la India son firmas familiares.

La historia de Mittal, que tras elevar su oferta por Arcelor en varias ocasiones durante los últimos meses ha terminado por hacerse con su competidora europea, comenzó hace 30 años cuando Lakshmi Mittal dejó Calcuta para construir una acería en un arrozal que poseía su padre en Indonesia.

Hoy en día Mittal es la mayor acerera del mundo, controla más del 10 por ciento del mercado mundial y es una multinacional consolidada en 17 países.

El hecho de que la empresa esté controlada por la familia Mittal, seis de cuyos miembros tienen puestos clave en la compañía, ha supuesto una dificultad en la operación de toma de control de Arcelor.

El presidente de la empresa, Guy Dolle, dijo en su día que el estilo "monocultural" de la compañía anglo-india, en el que una sola familia controla el 88 por ciento de las acciones, no se acomodaba al negocio "totalmente multicultural" de Arcelor.

Esto, sin embargo, no se ve como un problema en la India y varios analistas afirmaron que en Europa no se entiende a las empresas familiares indias.

Tata, el mayor conglomerado empresarial indio, representa otro estilo.

Si bien el apellido familiar da nombre a la empresa y el patriarca Ratan Tata es el timonel de la nave, éste no tiene hijos y la empresa ha transformado su gestión con los nuevos tiempos.

Sólo existe otro Tata en los altos cargos de la empresa: Noel, un medio hermano de Ratan, que lleva uno de los negocios de distribución de la compañía, pero no parece que sea un candidato viable para dirigir la empresa.

Los Tata parecen haber aprendido de los conflictos sufridos en sus respectivos emporios por las familias Bajaj, Birla o Maftlal en los procesos de sucesión.

Tata, cuyo propietario es de religión parsi, es un caso especial incluso para la India.

Una empresa que no ha sufrido una huelga en 75 años, que ha profesionalizado su actividad, pero que conserva una gran preocupación social de acuerdo con los valores indios, que puede garantizar trabajo a sus empleados hasta el retiro y que, gracias a su compromiso moral, los funcionarios corruptos ni siquiera se molestan en pedir comisiones a sus dirigentes.

El grupo Tata, nacido hace 131 años para desarrollar la India como una potencia industrial, conserva aquel objetivo, pero ha sabido modernizarse y entre sus empresas también cuenta con Tata Consultancy Services, una empresa de nuevas tecnologías y outsourcing mayor incluso que la niña bonita de Bangalore, Infosys.

Pero no sólo eso, Tata Sons, la división de inversión de la empresa, dedica el 66 por ciento de sus beneficios a actividades solidarias y de caridad.

La otra gran empresa india, Reliance, controlada por la familia Ambani, tiene intereses en telecomunicaciones, energía, química y sector financiero.

Reliance está considerado como un conglomerado eficiente bajo el mando de Mukesh Ambani.

Sin embargo, su hermano más joven, Anil, decidió romper la regla no escrita dejada por el padre de ambos de que los Ambani no entrarían en el juego político.

Este y otros conflictos repercutieron en la cotización de Reliance en bolsa porque Anil acusó a la compañía de despreciar las leyes del buen gobierno empresarial.

El problema desembocó en la separación del grupo en dos partes controladas por cada uno de los dos hermanos y, aunque los conflictos parecieron resolverse, todavía colea el desencuentro familiar. EFECOM

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