Enrique Rubio
El Cairo, 5 feb (EFECOM).- Egipto está listo para entrar en una nueva fase de relación económica con España, y pretende hacerlo al calor de dos de las piedras angulares sobre las que quiere sustentar su crecimiento: las infraestructuras y el turismo.
En una entrevista con Efe, el ministro egipcio de Comercio e Industria, Rachid Mohamed Rachid, aseguró que su país ha puesto la mirada en el Mediterráneo y, especialmente, en la relación con España, que hasta el momento "está muy por debajo de su potencial".
"España puede tener mucha más presencia en Egipto, y éste es el momento correcto para que lo haga", dijo Rachid, considerado uno de los arquitectos de las reformas económicas liberalizadoras que ha emprendido Egipto en los últimos años.
El ministro hizo estas declaraciones horas antes de que los dos países suscriban un nuevo protocolo financiero que ha sido calificado por fuentes diplomáticas españolas como "innovador y muy generoso".
El acuerdo cubrirá créditos concesionales para infraestructuras con cargo al Fondo de Ayuda al desarrollo (FAD), además de un fondo de estudios de viabilidad y un programa de ayudas a pymes egipcias.
Rachid insistió que entre las debilidades que todavía presenta su país, "que pueden convertirse en fortalezas", están la mala situación de las infraestructuras y la falta de adiestramiento profesional de una gran parte de la población.
Por eso, apeló a la experiencia de las empresas españolas en sectores como las infraestructuras y el turismo como una forma de que ambos países saquen provecho.
El ministro también destacó la necesidad de incrementar la llegada de turistas españoles a Egipto, que en estos momentos se sitúa alrededor de los 150.000 anuales, muy por debajo de otros países como Italia, que rebasan el millón de visitantes al año.
"Una vez que lleguen los turistas, a éstos les seguirán las compañías del sector y todo el 'know-how' que atesora España", aseveró.
Rachid exhibe orgulloso las cifras macroeconómicas que han colocado a su país como el principal país reformador del mundo en el periodo 2006-2007 según el Banco Mundial.
El crecimiento ha sido superior al 7 por ciento en el último año fiscal y el crecimiento de la inversión extranjera directa en el país ha pasado de 1.000 millones de dólares desde 2002 a los más de 11.000 millones que se esperan este año.
Sin embargo, todavía persisten algunas dudas sobre el clima para hacer negocios en el país, como una inflación superior al 7 por ciento, que ha generado una atmósfera de malestar social, o las clásicas reticencias hacia un país en plena apertura económica.
Rachid aseguró que el Gobierno egipcio está comprometido en "llevar a la calle las mejoras macroeconómicas" para evitar que la inflación afecte a los bolsillos de la gente, si bien repitió el "karma" de las autoridades egipcias cuando se les consulta por la subida de los precios: "Es algo que está sucediendo en todo el mundo".
En los últimos meses, uno de los grandes asuntos en la economía egipcia ha sido el proceso judicial, que comenzó en enero, contra 18 compañías cementeras por un presunto acuerdo para fijar precios.
El ministro consideró que el juicio, lejos de ahuyentar a posibles nuevos inversores, demuestra que en Egipto funciona el Estado de Derecho.
"Lo que tenemos delante es un caso de cártel, de prácticas contra la competencia. Las compañías quieren ver protección frente a los comportamientos anti-competencia. La forma en que hemos gestionado este asunto nos ha dado mucho respeto en los círculos internacionales", señaló.
Y aunque Rachid insiste en que quiere atraer a cuantos más inversores españoles mejor, el último gran intento de una empresa española se frustró el pasado verano.
La compañía vasca CAF, que aspiraba a proveer de vagones a la nueva línea de metro de El Cairo, perdió en última instancia frente a la oferta presentada por la japonesa Mitsubishi.
Rachid defiende que el proceso fue "extremadamente transparente", pero recuerda: "Tranquilos, habrá todavía muchas oportunidades". EFECOM
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