
No le hace falta casarse con Carla Bruni para armar revuelo. Las declaraciones de Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, la semana pasada, sobre sus planes para la televisión pública en su país, no han dejado indiferente al sector.
Sarkozy propone una televisión pública sin publicidad. Pero si los anuncios son hoy su principal fuente de ingresos, ¿de qué vivirán las cadenas públicas? Sarkozy ve dos vías. Por un lado, los anuncios que dejarán de emitirse en las cadenas públicas irán a parar a medios privados (otras televisiones, páginas web, móviles...); él sugiere que las públicas reciban un porcentaje de ese aumento publicitario que vivirán las privadas. Una especie de canon, lo que no se sabe es de qué cuantía. Según fuentes del sector, los anuncios emitidos en Televisión Española y en las autonómicas suponen entre 700 millones y 1.000 millones al año, que se repartirían entre todos los medios privados.
Por otro lado, el presidente de Francia quiere establecer una "tasa ínfima sobre las cifras de negocios de los nuevos medios de comunicación, como el acceso a Internet y la telefonía móvil".
Esto se traduce, al fin y al cabo, en que paguen los usuarios. Si esos "nuevos medios de comunicación" deben desembolsar una cantidad, reflejarán ese pago en la factura.
Juan Vera, senior manager de la consultora Arthur D. Little, es escéptico sobre el éxito del 'modelo Sarkozy'. No le salen las cuentas; ¿cómo compensar ingresos de 1.000 millones al año con los porcentajes que propone 'Sarko'? Para conseguirlo, la televisión pública debería adelgazar mucho, y reducir los empleados del Ente a menos de 100. Por otro lado, aquí las televisiones ya pagan un canon: el 5 por ciento que deben destinar a producir cine español (que sólo deben pagar si emiten películas recientes).
Las privadas, contentas
Las televisiones privadas, por su parte, están encantadas por esos millones que podrían ir a parar a sus arcas. El secretario general de la unión de televisiones comerciales (UTECA), Jorge del Corral, explica que se trata de una medida que fortalecerá las empresas españolas y las hará más competitivas.
Hoy existen 14 cadenas públicas en España: TVE 1, La 2 y 12 autonómicas. A Del Corral le gustaría que el modelo propuesto por Sarkozy se impusiese no sólo en España, sino en toda la Unión Europea.
Dos modelos
En la UE existen dos grandes modelos de financiación de la televisión pública. Por un lado está el de la BBC, la British Broadcasting Corporation, de gran calidad.
La BBC la financian los ciudadanos. Están obligados a hacerlo si encienden su televisor. Les cuesta unos 15 euros al mes, e incluso hay funcionarios que comprueban puerta a puerta que el pago se lleva a cabo. Uno puede acabar en prisión por no hacerlo. A este modelo pertenecen países nórdicos como Dinamarca, Finlandia y Suecia (ver gráfico).
El otro modelo es el de España, Francia y el resto de países, que, con sus particularidades, están en la misma línea: emiten publicidad para vivir. Aunque Francia, además, cobra un canon de 115 euros al año a cada familia.
A ver quién tiene el valor de decir a un español que pague por ver la televisión pública. Es improbable que el modelo británico se imponga, a estas alturas, en España.
Pero ¿cómo financiar la pública sin que acabe pagándola el televidente? La única solución parece ser la publicidad. Es decir, lo que se hace ahora. Un modelo que ha convertido las cadenas estatales en comerciales al ponerlas a competir con las privadas. Como consecuencia, los contenidos no responden a lo que se supone que deberían emitir: deberían promover valores culturales propios, promocionar el cine nacional, la integración multicultural... Aún así, la televisión estatal española no es mala en comparación con sus vecinas europeas.
¿Dónde está la reducción de publicidad?
Las declaraciones de Sarkozy han reabierto un debate que estaba aparcado: la reducción de la publicidad en la televisión pública que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había prometido. Hoy, la ley permite que las cadenas públicas dediquen el 15 por ciento de sus emisiones a la publicidad. 12 minutos de publicidad convencional y otros 3 de publicidad no convencional (la que muestra, por ejemplo, a los personajes de una serie tomando una marca de café concreta, o aquella en la que el logo de una cadena se transforma en el de una marca).
El reajuste que ofreció el Gobierno fue hasta los 9 minutos de publicidad convencional. Las agencias especializadas en la no convencional, por cierto, se frotan las manos, ya que es seguro que, si el recorte sale adelante, tendrán más trabajo.