Empresas y finanzas

La bolsa no muerde la manzana de Apple

Steve Jobs es a Apple lo que Apple es a Steve Jobs. Así, como si de un axioma del éxito se tratara, la evolución de uno y del otro han ido de la mano en los últimos 14 años.

Una relación fructífera donde las haya que ha permitido a la compañía de la manzana pasar de un precio por acción de 5,42 dólares a finales de septiembre de 1997, el mismo mes en que Jobs fue nombrado consejero delegado de la compañía, a 374,78 dólares, el valor de sus títulos ayer al cierre de esta edición, que apenas perdían un 0,9% respecto a la jornada anterior. En los últimos siete años, de hecho, la empresa se ha revalorizado en bolsa un 2.382%.

Así, a golpe de nuevos y revolucionarios lanzamientos, Apple ha logrado renovarse a sí misma, convencer de sus posibilidades a la comunidad internacional de inversores y protagonizar además una de las historias empresariales más sorprendentes de todos los tiempos. El lanzamiento de su ordenador Power Mac G4 en el año 1999 fue el pistoletazo de salida. Sin embargo, este lanzamiento no logró disparar a la compañía. Los mercados aún no sabían apreciar el potencial que Apple iba a ser capaz de desplegar.

Primer lanzamiento

En 2001 llegaba al mercado una de las grandes señas de identidad de Apple, el iPod, que aunque no logró llevar a los altares bursátiles a la empresa fue la semilla de todo lo que estaba por venir. Miles de personas comenzaron a escuchar música en un curioso aparado que ya disponía de una superficie táctil que permitía navegar por la interfaz del dispositivo. Dos años más tarde llegaba la iTunes Store, que revolucionaría la forma de consumir música en el todo el mundo. De hecho, muchas fueron las compañías que comenzaron a imitar a la empresa de Jobs, siendo origen de los múltiples litigios que mantiene la empresa norteamericana en todo el mundo por la protección intelectual de sus inventos.

Para 2004, cuando los problemas de salud de Jobs comenzaban a arreciar, el mercado empezaba a poner en valor toda la reconversión que su visión de futuro había imprimido hasta entonces a la compañía. Tras extirparle con éxito un tumor cancerígeno en el páncreas los inversores tomaron conciencia del increíble genio de Jobs y ahí comenzó una escalada en el parqué que ha sorprendido por igual a propios y extraños.

Las expectativas sobre los nuevos lanzamientos de la empresa inflaron las acciones de la compañía durante los años siguientes, hasta que en 2006 el iPod Nano vio la luz definitivamente. Llegados a este punto, la bola de nieve generada alrededor de qué sería lo siguiente en salir de la maravillosa cabeza de Jobs permitió a la empresa seguir revalorizándose hasta que en 2007 llegó el hijo más esperado de Apple, el iPhone. A partir de este momento, el mundo se volvió del revés.

La fiebre se desató entre los inversores. Todo el mundo quería tener el teléfono táctil de Apple y probar todas las aplicaciones que desde entonces comenzaban a proliferar sin control. La evolución de la compañía en bolsa daba vértigo. En menos de dos años el precio de la acción había pasado de 50 dólares por acción a 100 dólares. Los inversores veían cada vez más en Apple una suerte de piedra filosofal. Todo lo que tenía que ver con esa empresa era sinónimo de éxito y beneficios.

El peso sobre Tim Cook

Pero no todo iba tan bien como muchos creían. Poco a poco Steve Jobs comenzaba a verse muy afectado por sus problemas de salud y en 2009 saltaban todas las alarmas. Durante este año Jobs fue sometido incluso a un transplante de hígado. En apenas unas semanas Apple se desplomaba en bolsa casi un 50%, pasando de poco más de 170 dólares a perder la barrera de los 100 dólares.

Jobs nombraba antes de esta debacle a Tim Cook como suplente pero los rumores sobre su precaria salud no dejaban de crecer. Incluso, la agencia de noticias Bloomberg llegó a dar por muerto al impulsor de la compañía en una ocasión. Superado este bache, Apple aún estaba por consagrar el mito de su gran impulsor. En poco más de dos años la empresa pasó de cotizar por debajo de 100 dólares a principios de 2009 para alcanzar los 400 dólares por acción a mediados de este año.

Una escalada sin parangón y que hizo temer a muchos inversores que sin Jobs las empresa no pudiera mantenerse. Pero el legado está consolidado. Varios analistas ya han disipado los fantasmas confirmando que la viabilidad de Apple, sin Jobs, está garantizada para los próximos años.

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