Empresas y finanzas

Entorno desfavorable para los artículos de larga duración

Ángel Alonso

Madrid, 4 ene (EFECOM).- Las prácticas consumistas españolas en el largo plazo siempre lo han tenido claro en sus prioridades: vivienda y automóvil, por este orden, y el año empieza con un entorno macroeconómico muy desfavorable para estos bienes, auténticos termómetros de la coyuntura económica.

Tras vivir un lustro dorado, el sector del ladrillo empieza a tentarse la ropa. No es solo que los visados de vivienda hayan mostrado una caída superior al 20%.

No es tampoco, únicamente, que los precios de la vivienda, en desbandada durante varios ejercicios, ahora enseñen una moderación que el sector califica como falta de savia y vigor.

Y por si esto no basta, el sector financiero ha cerrado el grifo crediticio a un sector que, por su alto endeudamiento, necesita mover el dinero en su circuito con mucha agilidad.

Es también, junto a estos factores, que las empresas que no paraban de revalorizarse y ser auténticas máquinas de hacer dinero, ahora hayan tenido, con Astroc y Colonial, dos fuertes descalabros, tan rápidos en su detección, como fue su casi imparable ascenso.

Unas barbas peladas que el resto de empresas tratan de poner en remojo con alternativas como fusiones y alianzas para ganar tamaño, diversificación estratégica y la vista en otros mercados emergentes en los que empieza a despuntar una clase media con el deseo de hacer el mismo recorrido consumista que la española.

La confianza es el principal motor del consumo y ésta se tambalea. Al ciudadano medio y al inversor no les queda otra que aguardar tiempos mejores, porque ya son conscientes de que la tormenta está en pleno apogeo.

Las familias van sorteando como pueden la subidas de los tipos de interés en sus hipotecas. En menos de dos años, las referencias de estos préstamos se han ido de un Euribor al 2,1 por ciento a la última referencia de diciembre que roza el 4,8 por ciento.

Una subida difícil de digerir y que ha vuelto a esclavizar en los compromisos adquiridos cualquier posible excedente de rentas. Invertir en algo que no sea la hipoteca se antoja difícil y muy aventurado.

La aventura de aguantar el mes se complica aún más con una inflación que ha castigado artículos alimentarios de primera necesidad y que hay que adquirir obligatoriamente día a día.

Las tensiones inflacionistas ya se miran en un espejo tan preocupante como un precio del barril de petróleo a cien dólares, una barrera tarifaria que ni siquiera va a poder neutralizar la actual posición de cambio favorable del euro respecto al dólar.

Así se explica que el Índice de Confianza el Consumidor (ICC), elaborado por el Instituto de Crédito Oficial, en diciembre haya bajado 3,8 puntos y en el conjunto anual hasta 13,2.

El otro gran artículo donde el español siempre ha medido su riqueza es el automóvil y lo cierto es que el año recién terminado no se ha presentado tan borrascoso como en el sector inmobiliario. Por ahora, tiene más capacidad de encajar los golpes de los grandes indicadores.

El 2007, muy temido por el repunte de los tipos de interés, se ha saldado con una caída del mercado del 1,2 por ciento, y si se acude a la cifra del volumen global de 1.615.000 unidades vendidas, el comportamiento parece óptimo.

El problema es que la demanda automovilística de 2007 se ha movido entre muchas distorsiones y heterodoxias de mercado. Las propias marcas han forzado ventas con esa trampa en el solitario que son las automatriculaciones, que hasta en casi 16.000 se han calculado desde el propio sector en el mes de diciembre.

Al panorama se ha unido el anuncio de una reforma fiscal a mitad del ejercicio aplicada con criterios medioambientales, en lugar de los mercantiles que hasta ahora primaban. El usuario ha tenido casi medio año para adelantar o demorar decisiones de compra en función de la opción más acorde a sus intereses.

Las matriculaciones de diciembre crecieron casi como ningún mes del año, pero en los adentros de esa demanda no se han podido camuflar las muchas operaciones de compra centradas en todoterrenos y otros vehículos de las más altas cilindradas que, desde el pasado día 1, van a pagar más impuestos por su mayor poder contaminante.

Los inicios de 2008 van a apechar con las convulsiones provocadas en la parte final del año en este mercado y, aunque los representantes de la industria se esfuerzan en transmitir la confianza con previsiones de reducciones muy moderadas, en voz baja susurran el pronóstico más asentado en la realidad, de una caída superior al 6 por ciento. EFECOM

aa/ltm

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