
El retrato de Klimt ha sido una venta privada, que no suelen conocerse, a diferencia de las subastas
Si se atiende a las informaciones publicadas por todos los medios de comunicación, Picasso ha dejado de ser el rey. Hasta esta semana, Muchacho con pipa era la obra de arte más cara de la historia al adjudicarse en una subasta de Sotheby's en 2004 por 104 millones de dólares.
Lo ha desbancado el retrato de Adele Bloch-Bauer I, de Gustav Klimt, por el que el magnate de la cosmética Ronald S. Lauder ha pagado 135 millones de dólares (107 millones de euros) a María Altmann, sobrina y heredera de la protagonista de la pintura.
Sin embargo, resulta difícil comparar pinturas adjudicadas en subasta pública con las vendidas en transacciones privadas, cuyos precios siempre permanecen en secreto. Así, la filtración al periódico The New York Times que ha permitido saber la cantidad exacta pagada por Lauder en esta sorprendente transacción fue absolutamente excepcional.
Expolio nazi
Los herederos de Adele y Ferdinand Bloch-Bauer denunciaron que los nazis expoliaron el patrimonio artístico familiar al quedarse en 1938 con cinco cuadros originales de Gustav Klimt, tres paisajes y dos retratos de Adele. En la actualidad estaban en poder del Gobierno de Austria, que no estaba dispuesto a devolverlos a sus legítimos propietarios.
La nonagenaria Maria Altmann, residente en Los Ángeles desde 1942 y heredera directa de este legado artístico, demandó al Estado austriaco y el Tribunal Supremo de Estados Unidos acabó dándole la razón en enero de este año.
A partir de ese momento realizó diferentes gestiones con intermediarios del mercado artístico con la intención de sacar el máximo partido a este patrimonio. Las cinco pinturas del artista vienés fueron tasadas por expertos en torno a los 135 millones de dólares, lo que hace muy difícil entender que uno solo de esos cuadros, el bautizado por Lauder como La Mona Lisa de Austria (una descripción un tanto discutible), haya obtenido por su venta esa misma cantidad.
El precio de esta venta debe atribuirse al extraordinario poder de convicción de la anciana, a un calentón del señor Lauder o al poder de seducción de los asesores de unos y de otros, cuyo excepcional trabajo les habrá deparado excelentes comisiones.
Transacciones directas
Normalmente, las ventas directas que se escamotean al mercado público de las subastas suelen situarse en la media de las estimaciones de las grandes firmas como Sotheby's, Christie's o Phillips, que son reacias a aceptar este tipo de negocios, puesto que reduce drásticamente el número de posibles concurrentes a la licitación.
Una de las más conocidas transacciones directas de los últimos años tuvo como protagonista a Sotheby's y a nueve huevos imperiales fabricados en oro y piedras preciosas por Fabergé y que pertenecieron al zar Nicolás de Rusia. La estimación de salida para ese lote, maravilla de la joyería, era de 100 millones de euros, pero un potentado del petróleo, el ruso Víctor Vekselberg, pidió al presidente de la casa de subastas, Bill Ruprecht, que aceptase vendérselos sin que salieran al estrado.
TransparenciaRuprecht se plegó a la petición aunque matizando que una operación de este tipo, "de salida no anticipada y excepcional", no debe hacerse si no se quiere acabar con el mercado de las subastas, que es el más transparente que existe por la sencilla razón de que los precios son públicos.
Todos los remates de la historia de las salas de subastas están al alcance de cualquiera y, sin embargo, aquellos huevos Fabergé, que el magnate ruso donó a su país en una recuperación patrimonial sin precedentes, nadie supo cuanto costaron.
Ahora queda por saber cuál será la suerte del resto del lote en posesión de Maria Altmann. Las ofertas no se han hecho esperar. De momento, los ha cedido a la Neue Gallery, un pequeño museo neoyorquino creado en 2001 por Lauder para albergar obras de arte germánico y donde ya descansa el retrato de Adele Bloch-Bauer. El hijo de la legendaria Estée Lauder fue embajador de Austria en 1986. Durante su estancia se enfrentó con el presidente austriaco de origen nazi Kurt Waldheim, lo que le llevó a profundizar en su orígenes judíos y a crear una fundación que lleva su nombre dedicada a ayudar a la diáspora judía.