Empresas y finanzas

La falta de tierras y los altos precios del cereal atemorizan a Pekín

Antonio Broto

Pekín, 26 dic (EFECOM).- Muchas dinastías imperiales chinas cayeron debido a revueltas campesinas por falta de tierras o malas cosechas de cereal; el actual régimen comunista, pese a las modernidades de la China actual, teme que vuelva a ocurrir lo mismo y reconoce que la situación del agro nacional amenaza su estabilidad.

La falta de tierras es un hecho en un país donde los desiertos del norte y el oeste avanzan rápidamente, muchos gobiernos locales expropian campo arable a los campesinos para construir zonas industriales y, por contra, aumenta la demanda de alimentos, al ritmo que sube la renta per cápita de los ciudadanos chinos.

Según los estudios, China tiene 133 millones de hectáreas de campos de cultivo, pero un 40 por ciento no tienen adecuadas condiciones de riego ni climáticas.

Las hectáreas de cultivos estables se cifran en unos 121,8 millones, número demasiado próximo al límite por debajo del cual Pekín considera que podría haber problemas de estabilidad nacional (120 millones de hectáreas) y que supone menos de un 13 por ciento de su territorio.

Así lo reconocía ayer, martes, el ministro chino de Tierra y Recursos, Xu Shaoshi, quien advirtió que fenómenos como la adquisición ilegal de tierra arable para propósitos no agrícolas "ha puesto en peligro la seguridad alimentaria y la estabilidad social".

Xu aseguró que si las tierras arables disminuyen tan sólo un poco más, el futuro de China, la mayor de las potencias emergentes, se verá amenazado.

Y es que la China que ya manda naves al espacio o construye los rascacielos más modernos del mundo en Pekín y Shanghai es todavía una nación con un fuerte componente agrícola (más de la mitad de su población sigue siendo campesina), y donde los problemas de tierras siguen generando miles de protestas en los pueblos de todo el país.

Cada año, y aunque no aparezcan en los medios de comunicación, hay 80.000 protestas y conflictos sociales en todo el país, y se cree que una gran parte de ellos están motivados por la requisación de tierras a campesinos, a veces por voluntad de políticos locales que reciben sobornos para construir áreas industriales o de desarrollo tecnológico.

Xu admitió que este problema -que le costó a su antecesor, Tian Fengshan, su destitución y una condena a cadena perpetua por cohecho- sigue estando enquistado en el país, por lo que "los líderes a nivel de aldeas y pueblos son grandes violadores de reglamentos de uso de la tierra".

No sólo la corrupción motiva la falta de tierras: el cambio climático en China, junto a EEUU uno de los dos mayores emisores del mundo de gases de efecto invernadero, ha generado malas cosechas, grandes sequías hasta en el sur del país -normalmente más preocupado por las inundaciones que por falta de agua- y desertización.

Una desertización de la que también tiene parte de la culpa las políticas que Mao Zedong puso en marcha durante sus casi 30 años de gobierno: el Gran Timonel fomentó la roturación de nuevas tierras en toda la nación, lo que supuso una enorme deforestación que permitió a los desiertos avanzar con menos limitaciones.

Con estas premisas, y teniendo en cuenta la tónica mundial de subida de precios de los cereales a consecuencia del desarrollo de los controvertidos biocombustibles, no es extraño que en 2007 los precios del cereal en China hayan subido un 6,6 por ciento (según cifras de noviembre).

Junto al espectacular aumento de los precios de la carne (que rondan subidas de más del 20 por ciento), han sido los grandes motores de la inflación china, que el mes pasado alcanzó un 6,9 por ciento (la mayor en más de una década) y preocupa a los mandatarios chinos, que no olvidan que las fuertes subidas de precios fueron uno de los motivos de las protestas de 1989 en Tiananmen.

El país asiático producirá este año más de 500 millones de toneladas, un leve incremento del 0,8 por ciento con respecto a 2006, pero insuficiente para cubrir la demanda, de unos 527 millones de toneladas (un 0,63 por ciento más que el año pasado).

En países como Italia o México, grandes consumidores de cereales en forma de pasta o maíz, las subidas del cereal desencadenaron grandes protestas sociales este año, y China, que por su fuerte demanda importadora fue uno de los desencadenantes de las subidas de precios, teme que pueda suceder algo similar, o peor, multiplicado por sus 700 millones de campesinos. EFECOM

abc/mz/txr

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