Debe saber que una parte de su ahorro le aportará una rentabilidad fija en un periodo corto de tiempo, pero la otra dependerá de la evolución de la renta variable, lo que puede diluir el interés final.
Cuando las opciones se limitan, el ingenio se agudiza. La necesidad de liquidez de los bancos continúa latente, pero sus alternativas para conseguirla se limitan en un contexto en el que la tensión en los mercados de deuda aumenta.
Un mes después de la entrada en vigor de la normativa que penaliza las imposiciones de elevadas remuneraciones, los bancos introducen nuevas armas en su oferta comercial para atraer clientes. Para ello, los altos rendimientos en depósitos adoptan otras formas que, a diferencia de los tradicionales, dividen la inversión en varias partes. Se trata de los estructurados, pero antes de dejarse seducir debe conocer las condiciones de las que dependerá el rendimiento final.
El producto separa la inversión en dos partes. Una porción del dinero estará remunerada a plazo fijo -normalmente de pocos meses-, mientras que la otra fluctuará en función de la evolución de un índice bursátil o del comportamiento de unas acciones, entre otros. Algo que hace imposible al ahorrador saber cuál será la rentabilidad real que al final le otorga el depósito.
Si aún así está dispuesto a asumir que una parte de su dinero dependa de las expectativas bursátiles, y dispone de 1.000 euros, puede valorar la opción que ofrece Unimm. Durante 6 meses, el 50 por ciento de su dinero estará remunerado al 4,5 por ciento. Hasta aquí no difiere de uno tradicional. Pero si lo contrata, será mejor que no pierda de vista, en los próximos 30 meses, la evolución en bolsa de 5 multinacionales alemanas -RWE, Thyssenkrupp, Siemens, Bayer y BMW-, pues de ello dependerá la remuneración de la otra mitad de su inversión.
Bankia también ofrece el suyo, el estructurado 3D, que podrá contratarlo a partir de 1.000 euros. La mitad de su ahorro se destinará a un plazo fijo anual que ofrece un 5 por ciento, mientras que la otra porción dependerá de la revalorización de la acción de Telefónica en los próximos tres años.