Cierra la histórica fábrica de Madrid y prepara medidas similares para el restoCierra la histórica fábrica de Madrid y prepara medidas similares para el restoCierra la histórica fábrica de Madrid y prepara medidas similares para el resto
madrid. Casi setenta años después de su creación a partir de una pequeña compañía burgalesa en 1943 y tras haber pasado por varias manos -la familia Gil, Parmalat y en esta última etapa Nueva Rumasa-, Clesa parece condenada de forma definitiva a la liquidación.
De momento, la administración concursal de la compañía láctea ha acordado ya con el comité de empresa un ERE de extinción para los 361 empleados de la histórica fábrica de Madrid, que echará así en breve el cierre definitivo. Según han confirmado fuentes sindicales, el cierre afectará también a la planta de Bascones del Agua, en Burgos, y previsiblemente a las otras dos fábricas con las que cuenta la compañía: una de su filial Helados Royne, en Leganés (Madrid), que tiene ya también sobre la mesa otro ERE de extinción, y otra de la propia láctea en Caldas de Reis (Pontevedra).
"Los administradores concursales dan por hecho que habrá que liquidar toda la compañía ya que no había dinero en caja y la empresa no podía asumir las deudas", explica un portavoz del comité de empresa.
Clesa entró en concurso de acreedores el pasado 30 de mayo con un desfase patrimonial de 808 millones. Según el auto de admisión dictado por Francisco Javier Vaquer, titular del juzgado de lo mercantil número 6 de Madrid, la compañía tiene un pasivo de 1.112 millones de euros, lo que supone casi cuatro veces más respecto a los 304 millones en los que están valorados sus activos. Vaquer reconoció entonces que lo normal ante una solicitud de concurso voluntario es que los administradores mantengan el control sobre la gestión, pero en este caso, en su opinión absolutamente excepcional, optó por apartar completamente de la compañía a la familia Ruiz-Mateos, a los que culpa directamente de la situación a la que ha llegado la empresa.
"La administración social ha adoptado decisiones empresariales perjudiciales para el patrimonio de la concursada, incrementando cada año el importe del pasivo", decía Vaquer en su auto.
En su opinión, la situación financiera de la compañía "se ha visto agravada por la existencia de numerosas operaciones de afianzamiento a favor de empresas ajenas a la concursada y sin más vínculos entre ellas que los personales o familiares entre sus directivos".
madrid. Casi setenta años después de su creación a partir de una pequeña compañía burgalesa en 1943 y tras haber pasado por varias manos -la familia Gil, Parmalat y en esta última etapa Nueva Rumasa-, Clesa parece condenada de forma definitiva a la liquidación.
De momento, la administración concursal de la compañía láctea ha acordado ya con el comité de empresa un ERE de extinción para los 361 empleados de la histórica fábrica de Madrid, que echará así en breve el cierre definitivo. Según han confirmado fuentes sindicales, el cierre afectará también a la planta de Bascones del Agua, en Burgos, y previsiblemente a las otras dos fábricas con las que cuenta la compañía: una de su filial Helados Royne, en Leganés (Madrid), que tiene ya también sobre la mesa otro ERE de extinción, y otra de la propia láctea en Caldas de Reis (Pontevedra).
"Los administradores concursales dan por hecho que habrá que liquidar toda la compañía ya que no había dinero en caja y la empresa no podía asumir las deudas", explica un portavoz del comité de empresa.
Clesa entró en concurso de acreedores el pasado 30 de mayo con un desfase patrimonial de 808 millones. Según el auto de admisión dictado por Francisco Javier Vaquer, titular del juzgado de lo mercantil número 6 de Madrid, la compañía tiene un pasivo de 1.112 millones de euros, lo que supone casi cuatro veces más respecto a los 304 millones en los que están valorados sus activos. Vaquer reconoció entonces que lo normal ante una solicitud de concurso voluntario es que los administradores mantengan el control sobre la gestión, pero en este caso, en su opinión absolutamente excepcional, optó por apartar completamente de la compañía a la familia Ruiz-Mateos, a los que culpa directamente de la situación a la que ha llegado la empresa.
"La administración social ha adoptado decisiones empresariales perjudiciales para el patrimonio de la concursada, incrementando cada año el importe del pasivo", decía Vaquer en su auto.
En su opinión, la situación financiera de la compañía "se ha visto agravada por la existencia de numerosas operaciones de afianzamiento a favor de empresas ajenas a la concursada y sin más vínculos entre ellas que los personales o familiares entre sus directivos".
madrid. Casi setenta años después de su creación a partir de una pequeña compañía burgalesa en 1943 y tras haber pasado por varias manos -la familia Gil, Parmalat y en esta última etapa Nueva Rumasa-, Clesa parece condenada de forma definitiva a la liquidación.
De momento, la administración concursal de la compañía láctea ha acordado ya con el comité de empresa un ERE de extinción para los 361 empleados de la histórica fábrica de Madrid, que echará así en breve el cierre definitivo. Según han confirmado fuentes sindicales, el cierre afectará también a la planta de Bascones del Agua, en Burgos, y previsiblemente a las otras dos fábricas con las que cuenta la compañía: una de su filial Helados Royne, en Leganés (Madrid), que tiene ya también sobre la mesa otro ERE de extinción, y otra de la propia láctea en Caldas de Reis (Pontevedra).
"Los administradores concursales dan por hecho que habrá que liquidar toda la compañía ya que no había dinero en caja y la empresa no podía asumir las deudas", explica un portavoz del comité de empresa.
Clesa entró en concurso de acreedores el pasado 30 de mayo con un desfase patrimonial de 808 millones. Según el auto de admisión dictado por Francisco Javier Vaquer, titular del juzgado de lo mercantil número 6 de Madrid, la compañía tiene un pasivo de 1.112 millones de euros, lo que supone casi cuatro veces más respecto a los 304 millones en los que están valorados sus activos. Vaquer reconoció entonces que lo normal ante una solicitud de concurso voluntario es que los administradores mantengan el control sobre la gestión, pero en este caso, en su opinión absolutamente excepcional, optó por apartar completamente de la compañía a la familia Ruiz-Mateos, a los que culpa directamente de la situación a la que ha llegado la empresa.
"La administración social ha adoptado decisiones empresariales perjudiciales para el patrimonio de la concursada, incrementando cada año el importe del pasivo", decía Vaquer en su auto.
En su opinión, la situación financiera de la compañía "se ha visto agravada por la existencia de numerosas operaciones de afianzamiento a favor de empresas ajenas a la concursada y sin más vínculos entre ellas que los personales o familiares entre sus directivos".