
Un gran fiasco. Así puede definirse el Plan Garoña que el Gobierno puso en marcha a finales de 2009 para amortiguar la pérdida de actividad económica y de empleo por el cierre de la central nuclear burgalesa. En los dos años en vigor, las actuaciones puestas en marcha sólo han generado 20 nuevos puestos de trabajo y las principales inversiones están aparcadas por la crisis económica.
A medida que disminuyen las posibilidades de que la central nuclear sobreviva al cerrojazo decretado por el Gobierno en el año 2013 -hace escasos días la Audiencia Nacional ha avalado la medida de Zapatero- queda más en evidencia el fracaso de las actuaciones previstas para compensar la clausura, englobadas en el Plan de Dinamización Económica y de Medidas para el Empleo para la zona de influencia de la central nuclear de Santa María de Garoña.
29 actuaciones
Aunque desde el principio muchos se cuestionaban la eficacia de que con un plan sacado de la manga se pudiesen neutralizar los efectos económicos del cierre de unas instalaciones que generan un millar de puestos directos e indirectos en la comarca burgalesa del Valle de Tobalina y que tiene un impacto económico en la zona donde está implantada de 41 millones de euros anuales (compras, contrataciones, generación de empleo, tasas e impuestos), la realidad ha dejado por los suelos los proclamas del Ejecutivo.
El Plan, aprobado el 3 de julio de 2009 por el Consejo de Ministros y presentado por Manuel Chaves a bombo y platillo en Miranda de Ebro recogía 29 actuaciones (aunque en realidad 11 ya estaban programadas antes de anunciarse el cierre), repartidas en cinco ejes de actuación: regeneración del tejido industrial y empresarial, dotado de 170,5 millones; potenciación de infraestructuras y comunicaciones (663); planes de formación y empleo (6,3); actuaciones medioambientales, turísticas y de desarrollo rural (54 millones) y fomento de actividades vinculadas a investigación, desarrollo e innovación (9,8 millones). La inversión que se movilizaría era de algo más de 900 millones de euros hasta 2013, fecha de clausura de las instalaciones.
Sin embargo, a los pocos meses desapareció del plan la inversión más cuantiosa. La conversión en autovía de la carretera N-I, en el tramo entre Miranda de Ebro y Burgos, valorada en 650 millones de euros, cerca del 70% del montante de la inversión anunciada, pasó a mejor gloria debido a los recortes del Ministerio de Fomento, que dirige José Blanco. Colateralmente, también se cayó la construcción de la Autopista Dos Mares, otro proyecto que se incluía y que no estaba valorado y que correspondía a la iniciativa privada.
Avances sólo en 16
El informe de seguimiento del Plan Garoña, que realiza periódicamente el Colegio de Economistas de Burgos, refleja que hasta abril, de las medidas comprometidas por el Gobierno central para compensar el cierre, "únicamente en 16 de ellas se ha realizado avances en algún grado", aunque sólo se han materializado las correspondientes a la anualidad 2010 del programa de ayuda a la reindustrialización, el conocido como Reindus.
A pesar de ser la única línea de ayudas que ha funcionado, la crisis económica y los recortes presupuestarios también la han afectado. Mientra que de los 25 millones anuales previstos el año pasado se materializaron todos y sirvieron para crear 20 empleos, en este ejercicio se han reducido un 17%, ya que de los 66 proyectos presentados a la convocatoria de este año sólo 47 recibirán ayuda, en total 21,3 millones (17,6 en préstamos y 3,6 en subvenciones a instituciones).
Al margen de esas actuaciones de reindustrialización, el Ministerio de Fomento ha adjudicado los contratos de redacción de los proyectos de mejora de varios tramos de las carreteras N-232 y N-629, también contemplados en el conocido como eje dos del Plan Garoña, y se han realizado algunas actuaciones en materia de depuración y saneamiento de aguas, así como intervenciones en el patrimonio histórico de la zona de influencia de la centra y en el Centro Tecnológico de Miranda de Ebro.
Entre las medidas del Plan Garoña en las que no se han registrado avances, se encuentra el Plan de Intervención Multimodal de Medidas Políticas Activas de Empleo (con un presupuesto de tres millones; tratamiento de vertidos industriales y control automático de la calidad del agua en embalses).
El famoso parador
Del parador nacional de turismo, otra de las grandes estrellas del plan, tampoco hay nada. Ni de los 200 empleos directos e indirectos que supuestamente iba a generar.
La última referencia sobre el estado del proyecto fue en las Cortes Generales, donde en una respuesta parlamentaria el Gobierno cuantificaba la inversión en 24 millones de euros, aunque a renglón seguido reconocía que existía una "moratoria temporal en la decisión de construcción de nuevos paradores, ya que está comprometido el presupuesto de este ejercicio con los paradores ya en construcción o en avanzado proyecto".
Tampoco se sabe demasiado del programa de mejora y uso sostenible de los recursos naturales, del plan específico de dinamización turística o del denominado programa de utilización recreativa sostenible del territorio.
Comienza la emigración
El balance del Plan Garoña que encargaron los alcaldes de la Asociación de Municipios Afectados por Centrales (AMAC) es muy explícito en las repercusiones socioeconómicas de la zona. Las expectativas sobre el futuro con el cierre no son muy halagüeñas y la gente ya ha empezado a emigrar.
Así, la zona de influencia directa de la central (Miranda de Ebro, Medina de Pomar y Valle de Tobalina, que acumula el 75% del personal que trabaja en la central nuclear), soporta un retroceso demográfico, determinado por el éxodo de la población en edad de trabajar, que ha descendido en 294 efectivos (-1%) en el último año.
Casi 6 de cada 10 personas potencialmente activas que han abandonado su lugar de residencia en la provincia de Burgos (excluyendo la capital) corresponden a la zona de influencia de la central (formado por las localidades de Miranda de Ebro, Briviesca, Valle de Tobalina, Traspaderne y Pancorbo).
De todas los ejes en los que se articulaba el Plan sólo en el del impulso al tejido empresarial y en la potenciación de actividades de investigación y desarrollo se han generado 17 y 3 empleos respectivamente, en este último caso en un punto de información de I+D+i.
El programa Reindus, el único que ha tenido cierta efectividad, no ha sido especialmene generoso con la zona de Garoña. El voumen de ayudas que en 2010 destinó el programa, que no es específico para Garoña sino que se creó para la reindustrialización de zonas desfavorecidas de nuestro país, sólo fue de un 5 por ciento (un cuatro en este ejercicio) de todo el territorio nacional, muy por debajo de las subvenciones recibidas por programas destinados a la comarca de la Bahía de Cádiz, Campo de Gibraltar, o a luchas contra la deslocalización de sectores como el textil o el de las artes gráficas.
Significativo es también que mientras la reducción de la ayudas en la convocatoria de 2011 ha sido de un 17 por ciento, la media nacional sólo ha sido de un 9,5.
Los últimos recursos
Mientras, las posibilidades para salvar Garoña se agotan. La reciente sentencia de la Audiencia Nacional en la que otorgaba al Gobierno la capacidad de clausurar las instalaciones burgalesas por "política energética", cuando las críticas al Ejecutivo por no tener ninguna en esta materia han sido constantes durante la legislatura tanto de sectores políticos como empresariales, dejan pocas opciones para prorrogar la vida de la central, la más antigua de las que funcionan en nuestro país, si no es por una decisión política. Nuclenor, la empresa propietaria, no parece dispuesta a dejar de batallar y ya ha anunciado un recurso, igual que ha hecho la Junta de Castilla y León, una de las Administraciones que más ha protestado por la medida.
Los últimos en unirse a la ofensiva judicial ha sido la Federación Española de Asociaciones Profesionales con Licencias de Operación, en centrales nucleares.