Con un solo empleado, su director general, la Sociedad Digital de Autores (SDAE) consiguió facturar desde 2005 hasta 30,6 millones de euros. Eso sí, en ninguno de esos años en los que también recibió préstamos de la Sociedad General de Autores (SGAE) para reequilibar su patrimonio consiguió cerrar en beneficios. Los perennes números rojos de la entidad, con cargos a unos beneficios futuros que nunca llegaron, sumaron desde 2004 un total de 5,9 millones.
Pese a no tener ningún empleado además de Jose Fernández Neri, que en 2008 cobró 52.000 euros de salario, y los 15 miembros del consejo de administración ( Teddy Bautista, Ramoncín, Pablo Hernández, el propio Jose Neri y Enrique Loras entre otros) la compañía llegó a recibir 4,5 millones de euros en 2007 en concepto de subvenciones y préstamos sin intereses por parte del Ministerio de Industria. Estos fondos iban destinados a una serie de proyectos que la filial tecnológica de la SGAE encargaba a Microgénesis, la empresa con la que subcontrataba todos los encargos que le hacía su matriz, que suponía entre el 85 y 95 por ciento de sus ingresos. La subvenciones de Industria de ese año fueron equivalente el 70 por ciento de los ingresos de la compañía.
Además de a la SDAE, Industria le dio subvenciones a Microgénesis por 1,78 millones de euros entre 2007 y 2010. La compañía, fundada por el director general de la SDAE y situada en la cúpula de la trama empresarial parasitaria de la operación Saga por el juez Pablo Ruz, presuntamente se dedicaba a subcontratar con supuestas consultoras informes para sus proyectos, que nunca veían la luz.
Una vez la compañía ha sido disuelta todas las pérdidas y las deudas por más de dos millones de euros con Industria pasan a manos de la SGAE, que va a tener que hacer frente a todos estos gastos.
La sociedad fue sigilosamente eliminada el pasado 30 de junio, un día antes de las elecciones sin comunicarlo a los socios.
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