El calor le delata. Julio ya está aquí. Y eso significa que junio, y con él la primera mitad del año, ha quedado atrás. Consumidas las seis primeras hojas del calendario de 2011, la sensación que queda en los parqués está clara: los inversores tienen ganas de comprar.
Sólo así se explica que los principales índices bursátiles hayan registrado avances entre enero y junio pese a los numerosos contratiempos con los que se han encontrado: crisis en Oriente Medio y consiguiente subida del petróleo, terremoto y tsunami en Japón, prolongación de la crisis de la deuda soberana en la eurozona con el rescate de Portugal y el temor a una suspensión de pagos en Grecia, inesperada subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, ralentización de la recuperación en Estados Unidos...
Pues bien, pese a todo ello, las ganancias se impusieron en el semestre. Es más, en la última semana los inversores se han dado un auténtico festín comprador, con avances que en el caso del Ibex 35 español han superado el 6 por ciento. La cuestión es: ¿tendrá continuidad este rebote? Superada la resistencia de los 10.200 puntos, ¿encontrará fuerzas el indicador español para alcanzar y superar los 11.000 puntos, algo que no ocurre desde febrero?
Próximos pasos
A juicio de los analistas, el terreno está abonado para que las cotizaciones continúen subiendo. "Desde un punto de vista fundamental, la renta variable sigue contando con elementos positivos que justifican la sobreponderación estratégica, como: (1) valoraciones a descuento, tanto en términos absolutos como en relación a la renta fija, (2) ciclo de beneficios todavía fuerte, (3) política monetaria inflexionando, pero aún dando soporte (la correlación bolsas/tipos es positiva en la primera fase del proceso de normalización de la curva); y (4) sentimiento inversor extremadamente bajista", argumentan los expertos de Banif.
Ahora bien, una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica. Para que estos ingredientes se traduzcan en compras adicionales, los mercados bursátiles deberán contar con distintos aliados y, además, vencer distintos obstáculos.
A corto plazo sobresalen dos claves. La primera, el resultado de los tests de estrés a los que se verán sometidos los bancos europeos. Y la segunda, la temporada de presentación de resultados, que arrancará en dos semanas. Ambas serán fundamentales para determinar, si desde el punto de vista financiero y corporativo, los mercados bursátiles podrán seguir subiendo. Será así si las entidades superan las pruebas y si las cuentas -y las previsiones de las empresas- sorprenden más al alza que a la baja.
Junto a ambas claves figuran dos problemas de más largo plazo, hasta el punto de que ya son dos viejos amigos de los inversores. Por un lado, la crisis de la deuda periférica. Como se ha visto en la última semana, superarla sería una gran noticia para la renta variable. "Sin duda [el descenso de la prima de riesgo de esta semana] es una noticia muy positiva para nuestro mercado, y sobre todo, una demostración de apetito por el riesgo y la posibilidad de que por fin los alcistas hayan podido ganar la batalla", valora Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio. Y por otro, la recuperación de EEUU. "Esperamos que los datos económicos del tercer trimestre marquen el final de la desaceleración temporal de la primera mitad del año", prevé José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi. De ser así, esa mejoría "debería permitir que muchos inversores retornen a las bolsas y otros activos de riesgo", agrega.