Empresas y finanzas

"Los nuevos índices de solvencia y liquidez pesarán sobre la economía"

El presidente de BNP Paribas, Michel Péberau. Foto: Bloomberg

Para muchos, es el padrino de la economía francesa. Michel Pébereau, presidente de BNP Paribas desde hace 18 años, anunció el mes pasado que el 1 de diciembre dejará de estar al frente del banco galo. A la cabeza de la entidad se situará a partir de ese momento su actual mano derecha, Baudouin Prot.

Con Pébereau, que llegó a BNP cuando todavía era una empresa pública, en 1993, se marcha una figura emblemática de la banca gala.

¿Cómo se encuentra después de anunciar su marcha?

Triste y feliz a la vez. Triste porque me va a suponer un gran dolor. Desde hace 18 años como consejero delegado y después presidente, BNP y más tarde BNP Paribas ocupan mi vida día y noche. Pero también estoy feliz porque el grupo marcha bien y sus resultados son sobresalientes. Cuando asumí la dirección en 1993, el banco no estaba equipado para enfrentarse a futuras conmociones en el sector bancario. Estaba lejos de haber alcanzado la independencia.

Mi sueño de transformar la entidad en una empresa rentable que contribuyera a la proyección económica mundial de Francia y Europa se ha hecho realidad. Baudouin Prot y Jean-Laurent Bonnafé forman un equipo formidable.

¿No ha tenido dudas en ningún momento sobre el sucesor de Prot?

Jean-Laurent Bonnafé entró en BNP al mismo tiempo que yo. Trabajó al servicio de grandes empresas y después le confié la estrategia. Demostró sus capacidades durante la batalla bursátil de Société Générale y Paribas, y como eje motor de la misión encargada de la fusión. A continuación le conferí la responsabilidad de nuestra red bancaria en Francia, cuya transformación aceleró. Más tarde, Prot le confió la dirección de BNL y después de Fortis. La banca minorista es una de las mejores escuelas de gestión porque para tener éxito hace falta una visión estratégica y el conocimiento de las personas.

¿Cuál será el próximo desafío para PNB Paribas?

Eso lo tendrán que definir los nuevos dirigentes con el consejo de administración del banco. Las reformas de Basilea III y las directivas europeas transformarán las condiciones de la actividad bancaria. Nuestra estrategia dependerá también del progreso de la construcción europea y las posibilidades de apertura de los países emergentes a los bancos extranjeros, sobre todo en Asia, aún muy cerrada.

¿BNP Paribas podría seguir creciendo o se ha acabado la carrera por el tamaño de los bancos?

En 1993, BNP no tenía la envergadura necesaria para enfrentarse a los retos de la Europa ampliada. Su capitalización bursátil era una tercera parte de la de Deutsche Bank. Para crear la base francesa necesaria para la constitución de un gran banco europeo propuse un acercamiento amistoso a la mayoría de los demás grandes grupos bancarios. Fue en vano. Para lograrlo tuve que lanzar una operación de mercado sin precedentes, con una oferta pública sobre dos bancos de dimensiones idénticas a BNP.

Nada más efectuarse la fusión de BNP Paribas, entré en contacto con otros bancos en Europa, principalmente Fortis, para crear una entidad verdaderamente europea. No tuve éxito. Al final, la crisis y el buen rendimiento de BNP Paribas, resultado de la calidad de su control de riesgos y la perseverancia de nuestra dirección general, nos brindaron la ocasión de hacernos con el control de Fortis Banque.

¿Qué opinión le merece la reforma bancaria?

Hay que extraer todas las lecciones de la crisis a nivel de regulación: hacía falta una definición precisa de los fondos propios de los bancos, algunos riesgos no se habían ponderado lo suficiente y el riesgo de liquidez no estaba realmente controlado, mientras que los índices de solvencia merecían elevarse.

Sin embargo, los proyectos actuales sobre los índices de solvencia y liquidez, así como las entidades llamadas sistémicas, corren el riesgo de pesar sobre la financiación de la economía, dejando de lado determinados asuntos fundamentales. La crisis ha demostrado que la calidad de la supervisión era decisiva puesto que, allí donde estaba asegurada y los bancos se limitaban a su verdadero oficio (en Australia, Canadá, Francia e Italia), los sistemas bancarios han resistido mejor.

Las normas contables, que han desempeñado un papel manifiesto en la aceleración y ampliación de las burbujas de la crisis, siguen pendientes de reforma.

¿No han exagerado colectivamente el impacto sobre la financiación de la economía de las normas de Basilea III?

En tanto que empresa siempre sabremos adaptarnos, pero nuestro deber de banco al servicio de nuestros clientes y de la economía es alertar a los responsables políticos sobre los efectos que una sobre-reacción de los legisladores podría tener en el precio y el volumen del crédito y, en consecuencia, el crecimiento, sobre todo en Europa continental, donde la economía está financiada en dos terceras partes por intermediación bancaria y el crecimiento potencial ya no es muy vigoroso.

¿Qué opina de la crisis soberana europea?

Para limitar la amplitud de la recesión, los países avanzados han engordado sus deudas públicas, tanto en EEUU y Japón como en Europa. La crisis soberana ha demostrado la capacidad de reacción y solidaridad de Europa y, por tanto, su fuerza. En un fin de semana, nuestras autoridades lograron reunir 750.000 millones de euros para ayudar a los países en dificultad, cuando el tratado limitaba a 60.000 millones el importe total de las ayudas factibles.

El BCE llevó a cabo unas intervenciones nada convencionales sobre los mercados de títulos públicos de los que, hasta entonces, había excluido el principio mismo y todos los países lanzaron programas de ajustes para devolver rápidamente los déficits públicos a los límites del pacto de estabilidad. Ésa es mi opinión. La de los especialistas de los mercados sigue estando muy influida por la prensa especializada, donde se expresan sobre todo unos observadores escépticos respecto al euro y a Europa.

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