YAMOUSSOUKRO (Reuters) - Alassane Ouattara juró el sábado el cargo de presidente de Costa de Marfil en una ceremonia que la mayoría de sus compatriotas esperan ponga punto final a una década de guerra e inestabilidad en un país que fue próspero.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, cuyas tropas ayudaron a solucionar un 'impasse' que se prolongaba desde hacía medio año tras la victoria electoral de Ouattara, y otros jefes de estado y mandatarios acudieron a la ceremonia celebrada en la capital oficial de la antigua colonia francesa, Yamoussoukro.
Ouattara mencionó especialmente a Francia y a Sarkozy, que recibió una ovación en pie, por ayudar a acabar con la crisis.
"Este es un día histórico para todos los marfileños, y marca la voluntad de escribir una nueva página en la historia de Costa de Marfil", manifestó en su discurso. "Hoy estamos celebrando el regreso de Costa de Marfil al panorama internacional y africano".
Mientras permanecía sentado en un podio con una banda naranja, un grupo de jefes tradicionales de Yamoussoukro echó arena sobre el suelo e hizo libaciones en un ritual para pedir a los espíritus ancestrales que le den su bendición.
Ouattara fue declarado ganador de las elecciones presidenciales de noviembre, consideradas una ocasión para reunificar al fértil país del oeste de África, principal productor de cacao del mundo, después de que los rebeldes se hicieran con el control del norte a finales de 2002. En cambio, los comicios supusieron el regreso de la guerra civil, ya que el presidente Laurent Gbagbo se negó a dimitir y utilizó al Ejército, a paramilitares, milicias juveniles e incluso mercenarios libios para mantener su posición y aplastar la disidencia.
El 'impasse' acabó cuando rebeldes partidarios de Ouattara y apoyados por el Ejército francés asaltaron la residencia de Gbagbo y le detuvieron.
"Es importante estar aquí en Costa de Marfil, del lado del presidente Ouattara, por la democracia y por África", dijo Sarkozy a los periodistas.
"Has visto que todo el mundo ha dicho 'Gracias, Sarko'", interrumpió Ouattara, cuando los dos presidentes se dirigían a la ceremonia oficial de bienvenida.
Al menos 3.000 personas murieron y más de un millón tuvieron que dejar sus hogares en los seis meses de conflicto, en el que las exportaciones de cacao también se vieron frenadas, los bancos cerraron y los comercios fueron saqueados por milicianos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que la comunidad internacional debería apoyar al nuevo presidente y enviar un mensaje contundente de que hay que respetar la voluntad del pueblo.
"Una persona elegida democráticamente debería ser la que que diriga el país basándose en la voluntad de la gente. Eso es lo que hemos aprendido, eso es lo que tenemos que transmitir", declaró en un encuentro con el presidente de Ghana, John Atta Mills, en Accra.
Gbagbo está bajo arresto domiciliario en el norte del país y Ouattara quiere que sea juzgado por abusos de los derechos humanos, pero también quiere una comisión de verdad y reconciliación al estilo de Sudáfrica, dos visiones que pueden chocar.
Este mes, la Corte Penal Internacional dijo que Ouattara había pedido que se investigaran las acusaciones de graves abusos de los derechos humanos durante la crisis. Las tropas del presidente también han sido acusadas de abusos, como saqueos, violaciones y muertes de civiles.
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