Empresas y finanzas

La receta perfecta en renta fija: deuda pública a corto plazo, bonos privados y títulos emergentes estables

Difícilmente será un consuelo, pero aquellas personas que hayan invertido en los últimos años en renta fija podrán presumir ante sus amigos de que afrontan la crisis financiera en mejor forma que ellos. No en vano, vienen de años en los que este mercado apenas ha dado alegrías, por lo que se han curtido en un ambiente realmente complicado.

En su contra ha figurado la subida de los tipos de interés por parte de los principales bancos centrales desde 2004. Este proceso provocó ventas masivas de deuda pública, que condujeron a unos dolorosos números rojos para muchos inversores que a lo mejor no tenían previsto perder dinero con un tipo de activo aparentemente tan seguro. Pero es que, como recuerda Xuemin Song, gestor de DWS Investments, "la renta fija no es segura".

Curiosamente, mientras los bonos públicos perdían dinero porque su precio no dejaba de bajar, la deuda corporativa, que supuestamente es más arriesgada, arrojaba sorprendentes beneficios. Y es que, en esta ocasión, el incremento de los intereses no perjudicó a los títulos emitidos por las empresas, a diferencia de lo que ha solido pasar a lo largo de la historia.

Prima la seguridad

Con este bagaje a las espaldas, los inversores se enfrentan ahora a un escenario distinto. Las subidas de tipos están aparcadas, e incluso la Reserva Federal (Fed) estadounidense los ha bajado ya y es más que probable que los reduzca de nuevo, y la crisis del mercado crediticio ha disparado las sospechas con respecto a la deuda privada. Como consecuencia, las compras han regresado a los bonos estatales, mientras que los títulos corporativos han debido hacer un hueco a las ventas.

¿Ha llegado, por tanto, el momento de apostar decididamente por la deuda pública y distanciarse de la privada? Los gestores de fondos de renta fija, cuya labor consiste en rastrear continuamente este mercado para encontrar las mejores oportunidades e incluirlas en sus carteras, no simplifican tanto la situación. Aseguran que no se trata de ver el panorama en clave de blancos o negros, sino que hay que encontrar los matices intermedios.

Para Stewart Cowley, gestor del fondo Mellon Global Bond, el panorama no es especialmente propicio para la renta fija. "Aunque siempre hay ocasión para tener bonos en una cartera de inversión equilibrada, hemos atravesado un episodio extraordinario en los dos últimos meses que ha reducido los rendimientos hasta unos niveles que complican encontrar algo atractivo, salvo que se crea que el mundo tiene un serio problema que forzará a los bancos centrales de todo el mundo a bajar los tipos de interés. En perspectiva, actualmente no parece darse la situación para que los inversores tengan prisa para entrar en los mercados de bonos", afirma.

Merece la pena invertir en bolsa

¿Significa esto que no vale la pena invertir en renta fija? No. Ya saben, hay que huir del todo o nada. "Si un inversor quiere invertir en bonos, hay que apostar ahora por los títulos más simples y seguros, y eso conduce a la deuda pública", añade Cowley. Ya, pero el universo es muy amplio. ¿Se puede concretar un poco más? Xuemin Song lo hace. "En estos momentos tenemos un tercio de la cartera invertida en bonos gubernamentales a corto plazo. Esto responde a que en estos momentos hay que controlar todos los riesgos. Ésta es una de las dos claves fundamentales en la situación actual. La otra es la flexibilidad, tener capacidad para reaccionar y adaptarse a la situación", asegura el gestor del fondo DWS Invest Total Return Bonds.

¿Y la deuda corporativa, que tan bien lo había hecho en los últimos años? Para Stefan Isaacs, responsable del fondo M&G European Corporate Bond, la inestabilidad está afectando a este segmento, pero asegura que "hay oportunidades en las compañías más solventes, las que tienen una calificación de grado de inversión". De hecho, lleva esta teoría a la práctica, ya que dentro de su cartera destacan bonos de compañías financieras, como Citigroup, HSBC, Credit Suisse o Santander, industriales, como General Electric, y de consumo, como Procter&Gamble. Todos ellos con un matiz: son títulos emitidos en euros, con lo que no están expuestos a la caída del dólar.

No se olvide de las divisas

Y es que si en algo coinciden los gestores es en la importancia fundamental que tienen ahora las divisas en el mundo de los bonos. "Las divisas van a ser posiblemente una fuente de retorno mayor para los inversores en el futuro. El dólar tendrá problemas en adelante puramente por la ausencia de alternativas creíbles y accesibles, por lo que el euro puede continuar su histórico ascenso, de ahí que un inversor de la eurozona deba dar mucha importancia a la elección de la divisa en que se invierte", señala Stewart Cowley. En este sentido, Xuemin Song, quien también considera que el dólar continuará débil, manifiesta su confianza en la atractiva combinación de una economía fuerte, una divisa estable y unos tipos a la baja que muestran mercados emergentes como Brasil, Turquía y Hungría. Y añade que los bonos canadienses y australianos también pueden comportarse bien. "Las divisas de materias primas como el dólar australiano, el dólar canadiense o las nuevas naciones ricas como Brasil puede que lo hagan bien en el futuro, por lo que pueden ser útiles para los inversores europeos", precisa igualmente Cowley. ¿Y el yen japonés? Aquí hay más disparidad. Mientras que Song no tiene claro que puede subir en los próximos años pese a que reconoce que está "infravalorado", Stewart Cowley sí ve posible que la divisa nipona puede ofrecer oportunidades en los años venideros.

Deuda pública a corto plazo, deuda corporativa de alta calidad y bonos de países emergentes y países con materias primas. Ésta es la receta de los gestores para moverse en el mundo de la renta fija en estos momentos.

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