Guillem Martínez Pujol
Barcelona, 25 oct (EFECOM).- "Yo no entiendo como con cada idea nueva que tienen, yo llego más tarde. Lo de poner el carril bus a la izquierda de la autovía, dejar un solo carril para los coches y hacer cruzar a los autobuses por el medio es de juzgado de guardia".
De este modo mostraba su descontento Lorena, una estudiante de Geografía en la universidad de Barcelona cuyo autobús proveniente de Gavá ha sido uno de los que se ha visto atrapado en el monumental atasco de esta mañana en la autovía C-31, que ha alcanzado en algunos momentos los 16 kilómetros de retenciones.
El carril bus, por el que únicamente podían circular los autobuses que realizan el servicio alternativo de Cercanías, se habilitó esta mañana en un tramo de doce kilómetros de la Autovía de Castelldefels, una vía que se ha visto desbordada desde primera hora al limitar a un único carril la entrada a Barcelona para el resto de vehículos.
A su llegada a la improvisada estación de autobuses de la avenida María Cristina, José Luis, conductor de autobús, explica que ha sido "una mala idea" poner el carril reservado a la izquierda de la calzada, "porque ha colapsado los accesos y las calles" que confluyen en ella.
El Servicio Catalán de Tráfico (SCT) señaló ayer que con esta medida se pretendía reducir a unos cincuenta minutos el recorrido realizado por los autobuses lanzadera habilitados por Renfe, pero Jose Luis asegura que "en un recorrido para el que ayer tardé media hora, hoy me ha costado bastante más del doble".
Pocos minutos después de las diez de la mañana, agentes de tráfico han empezado a desmontar el carril bus desde Bellvitge, en L'Hospitalet, hacia Gavá, aunque los usuarios que llegaban a plaza España confirmaban que los problemas de circulación en la C-31 continuaban sin solucionarse.
Muchos pasajeros también han lamentado que los retrasos del autobús en el día de hoy han aumentado considerablemente respecto a los de ayer, con demoras que rondan los 60 minutos, pese al carril bus.
Bajo una de las carpas habilitadas en Plaza España, en las que, pese al mal tiempo y alguna gota de lluvia que cae del cielo, están instalando focos de luz para cuando oscurezca, los 'chalecos fosforitos' atienden a Concha, una jubilada de Castelldefels.
Concha explica que viene a Barcelona a probarse un vestido para la boda de su sobrina y se muestra preocupada porque apenas conoce la ciudad "y ahora me dicen que baje a buscar el metro".
"No dispongo de coche y no tengo más remedio que venir así, pero esto es una vergüenza", lamenta esta jubilada mientras camina por el pasillo subterráneo que lleva al metro, en el que adhesivos pegados por algún otro usuario descontento invitan a la protesta ciudadana: "Adif/Renfe. Movilízate". EFECOM
gmp/hm/txr