TONO, Japón (Reuters) - Más de una semana después de producirse el terremoto y el tsunami que destruyó gran parte de la costa noreste de Japón, una pequeña localidad turística ubicada de forma segura entre las montañas se ha visto prácticamente paralizada.
Tono, una ciudad de 30.000 habitantes que se encuentra a 30 kilómetros del Pacífico, normalmente goza de un movimiento constante de visitantes interesados en el lugar de nacimiento de gran parte del folclore japonés, incluyendo los cuentos macabros sobre espíritus de las montañas y criaturas mitológicas.
"Desde que se produjo el terremoto el 11 de marzo, no hemos tenido ni un sólo visitante", se lamenta Shinichi Tachibana, un responsable de la oficina de turismo local en la principal estación de ferrocarril de la ciudad. El servicio quedó suspendido después de que el temblor dañara las vías de tren.
En lugar de alquilar sus 120 bicicletas a visitantes, la oficina turística de la ciudad ahora las presta gratis a sus residentes, quienes se ven obligados a dejar sus coches aparcados debido a la repentina escasez de combustible.
Las gasolineras que hay en la calle principal se encuentran acordonadas.
Ni siquiera los vehículos de emergencias pueden obtener combustible sin un permiso especial del gobierno regional, y aún así a veces sólo facilitan cinco litros cada vez, dijo un dependiente.
En gran parte del noreste, que está recuperándose del doble impacto de un terremoto y un tsunami, dos horas de espera son comunes en unas cuantas gasolineras que se encuentran abiertas a particulares.
Aunque la población de Tono es relativamente pequeña, la ciudad comprende un área más grande que los 23 barrios de Tokio juntos, haciendo que moverse sin coche sea difícil.
IMPACTO ECONÓMICO
Sin turismo, está tranquila ciudad - como muchas otras en el noreste - podría sufrir un duro y duradero golpe en una economía que ya había decaído a raíz de una población cada vez más pequeña.
"Probablemente esto empeore ahora", dijo un mujer de 69 años llamada Eiko Niisato que lleva un negocio de venta de tofu con su marido e hijo.
Niisato no tiene la ilusión de que el Gobierno intervenga para ayudar, sabiendo que la costa devastada y la crisis en la planta nuclear de Fukushima requieren más atención.
"El propio gobierno no tiene dinero, y el país entero está en crisis. Haremos lo que podamos para sobrevivir, porque no hay otra cosa que podamos hacer", agregó.
Sin embargo, Nissato es una de las afortunadas ahora mismo en Tono. Su empresa familiar está gozando al menos de un auge temporal dado que los mayoristas de fuera de la ciudad no pueden producir para los grandes supermercados.
En otros lugares, no obstante, las pequeñas empresas situadas en callejones se encuentran cerradas en su mayoría, y las calles están vacías de peatones y automóviles.
Una señal escrita a mano en una carnicería con poca luz anuncia que está abierta al público, a pesar de que sólo le quedan dos trozos de carne.
Los principales supermercados se encuentran abiertos, pero los estantes están vacios, sin alimentos congelados, ni leche ni muchos de otros productos.
"Hace tres días me compré una bicicleta y la estoy utilizando para desplazarme", explicó un maestro de obra de 32 años llamado Katsuhiro Tada, quien va en bicicleta al supermercado desde su lugar de trabajo.
Una peluquería cercana también está abierta, pero la propietaria, Fujiko Segawa, se dedica a ver la televisión con un amigo en lugar de cortar el pelo. "Me imagino que será por el terremoto", señaló.
Por otro lado, Tachibana, de la oficina de turismo, dijo que no tenía ni idea de cuándo volvería Tono a la normalidad. "Supongo que estaremos atrapados hasta que los trenes vuelvan a funcionar. ¿Quién sabe cuándo será eso?".
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