Pekín, 2 oct (EFECOM).- El desarrollo de los cultivos transgénicos es, junto la llegada a la Luna y la fabricación de grandes aviones, una de las grandes metas de China para los próximos 15 años, ante el esperado descenso de las cosechas por el cambio climático y el aumento de la población hasta los 1.500 millones de habitantes.
Actualmente, China sólo utiliza la tecnología en el algodón y prohíbe aplicarla a cultivos alimenticios debido a las reservas que, en cuanto a la seguridad para la salud y el daño al medio ambiente, todavía despiertan los organismos genéticamente modificados.
No obstante, invierte al año 13 millones de dólares (9 millones de euros) en investigar la técnica, cantidad que sólo supera EEUU.
"Está claro que la tecnología de transgénicos es importante para garantizar la seguridad alimenticia de la población. En laboratorio ya hay experimentos con (una docena) de alimentos pero el gobierno todavía no permite aplicarla", dijo a Efe Chen Zhangliang, uno de los máximos expertos mundiales en transgénicos.
Las pruebas incluyen los tres principales cultivos del país, el arroz, el maíz y el trigo, además de repollo, coliflor, soja, melón y tabaco.
Rector de la Universidad de Agricultura de Pekín, Chen participó en los primeros experimentos de laboratorio con transgénicos a principios de los 80 en EEUU y participó en Barcelona en el Congreso Europeo de Biotecnologías.
"Ahora en Europa no les gusta esta tecnología. Tienen suficientes cereales y los gobiernos tienen que dar subsidios a los campesinos. Si se desarrolla más la tecnología, los subsidios deberán ser mayores", aseguró.
A Chen tampoco le convencen las críticas de las principales organizaciones ecologistas y considera que "exageran el riesgo potencial ante los ciudadanos".
Grupos como Greenpeace tienen activas campañas en China para evitar la comercialización de alimentos genéticamente modificados dadas las incertidumbres que todavía plantean.
"Si bien el progreso científico sobre biología molecular tiene un gran potencial para aumentar nuestra comprensión de la naturaleza y proporciona nuevas herramientas médicas, no debería usarse como una justificación para convertir la naturaleza en un gran experimento genético", asegura Greenpeace China en su página web.
Considera que para controlar las plagas, una de las ventajas de los transgénicos, se podría emplear la biodiversidad si se dedicasen más fondos, y denuncian que las multinacionales quieren utilizar estos cultivos para monopolizar la cadena mundial alimenticia.
"Millones de personas han comido transgénicos en la última década y no hay problemas", subraya Chen, para quien esta tecnología es fundamental para los países en desarrollo como China, India y los africanos.
Además, añadió, "el algodón transgénico antiplagas producido en China reduce la fumigación química y protege el medio ambiente".
Pese a la controversia que todavía arrastran y los intereses cruzados que esconden detrás, los transgénicos se han convertido en importante artículo del comercio entre China y América Latina.
La soja transgénica de Argentina y Brasil llega cada vez en mayor cantidad al gigante asiático, que en 2006 importó 17 millones de toneladas de esos dos países y de EEUU, aunque la procesa.
A corto plazo no es probable que Pekín autorice comercializar la soja transgénica dados los pingües beneficios que obtiene con la no modificada genéticamente que vende a Europa y Japón.
China se convirtió en 2004 en importador neto de alimentos y, con sólo el 9 por ciento de la tierra cultivable para el 21 por ciento de la población mundial, ha apostado decididamente por la biotecnología agrícola, en la que trabajan 2.000 científicos.
Algunos países latinoamericanos, como Uruguay, establecieron acuerdos con China para colaborar científica y tecnológicamente en agricultura.
El pacto firmado en junio del 2006 por el Instituto de Investigación Agrícola (INIA) y la Academia de Ciencias Agrícolas de China (CAAS) centra la cooperación en el desarrollo de arroz híbrido y la producción de semillas, investigación sobre pastos y el intercambio de germoplasma de arroz, sorgo y pastos.
Hasta el 29 de septiembre, una delegación del INIA encabezada por el director del programa de investigación de pastos y forrajes, Walter Ayala, acordó en Pekín con los responsables del CAAS impulsar la cooperación específica acordada. EFECOM
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