
CatalunyaCaixa se ha puesto manos a la obra para escapar de Banco Sabadell. La entidad acordó en el consejo de administración del pasado martes iniciar los trámites para la búsqueda de otras alternativas e iniciar la selección de un banco de inversión que le diseñe las distintas opciones, entre las que se encuentra una fusión con otra caja fuera de Cataluña, según ha podido saber este periódico en fuentes conocedoras.
En la fórmula que elija el grupo que dirige Adolf Todó quiere mantener un peso específico. La idea inicial que tiene es traspasar el negocio financiero a una filial bancaria y, posteriormente, llevar a cabo una integración con otra entidad de igual a igual.
Los planes de CatalunyaCaixa, no obstante, pueden verse truncados por la oposición de la Generalitat. Su presidente, Artur Mas, pretende mantener el poder sobre todas las cajas de la región y su proyecto se basa en la configuración de dos grupos financieros potentes, uno comandado por La Caixa y otro por Banco Sabadell. No obstante, los cambios normativos aprobados este fin de semana por el Ejecutivo dan tiempo a CatalunyaCaixa para encontrar distintas fórmulas, incluida la búsqueda de inversores catalanes que satisfagan al Gobierno autonómico.
La entidad fruto de la reciente fusión de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa necesita unos 1.500 millones de euros para cumplir con una solvencia mínima del 8 por ciento. Si bien, para no tener mayores necesidades y elevar hasta el 10 por ciento este ratio, la caja tendría que dar entrada a inversores privados, ya sea a través de una venta directa o de una salida a bolsa tras culminar el proceso de bancarización.
De lo contrario sería nacionalizada. El Estado inyectaría los recursos suficientes y tomaría una participación que podría ser mayoritaria. Esto es lo que quiere evitar CatalunyaCaixa, ya que se expone a que posteriormente el Estado le venda al Sabadell este porcentaje del capital. La nueva normativa establece que durante los dos primeros años el Estado pueda transmitir las acciones de las cajas nacionalizadas a un inversor sin hacer un concurso público en competencia.
CatalunyaCaixa fue una de las cuatro entidades que suspendió los test de estrés del pasado verano. Las pruebas indicaron que necesitaba 1.045 millones de euros. Para junio está previsto que la Unión Europea lleve a cabo otro examen para determinar la solvencia de cada entidad en distintos escenarios económicos y comprobar su resistencia.
De ahí que el grupo que dirige Todó quiera buscar una alternativa viable a su situación y evitar un segundo suspenso. Hasta principios de enero estaba negociando con el Banco de España solicitar ayudas públicas, pero la elaboración de la normativa de recapitalización truncó sus planes. El decreto aprobado por el Gobierno permite que el Frob aporte el dinero en las cajas que habían iniciado la negociación, pero a un mayor coste.
Estas nuevas ayudas le servirán, en principio, para sacar adelante los test de estrés, ya que previsiblemente el listón estará menos elevado que la normativa española. Los anteriores se hicieron con un 6 por ciento. El Sabadell estaría dispuesto a comprar CatalunyaCaixa siempre y cuando existan una serie de garantías con el fin de preservar la solvencia. Según fuentes del sector, el banco catalán exigiría un Esquema de Protección de Activos (EPA) por un importe cercano a los 2.000 millones similar al concedido a Cajastur en la adjudicación de la intervenida CCM y a BBK en la subasta de CajaSur.