
La familia Ruiz-Mateos ha vivido dos historias de éxito y de fracaso que guardan muchas similitudes. Aunque la expropiación dada a conocer el 23 de febrero de 1983 tuvo mayores consecuencias económicas y políticas (el imperio de la abeja representaba el 1,8 por ciento de PIB español) en otros aspectos como el tiempo e incluso la manera de proceder coinciden.
La primera similitud es el periodo que se ha tardado en forjar el emporio y la rapidez con la que se podría desplomar.
En el caso de Rumasa, duró poco más de 20 años: desde 1961 ?momento en el que José María padre comienza su primer negocio? hasta la recordada fecha de la expropiación.
Nueva Rumasa, cuya marca más visible es el fabricante de flanes Dhul, también ha tardado dos décadas en consolidarse: desde finales de los 80 hasta hoy.
En esta segunda ocasión, la familia empezó casi de cero (¿de cero, o empleando parte del anterior patrimonio?) hasta lograr un nuevo emporio de algo más de un centenar de empresas y que cuenta con 10.000 trabajadores.
Del holding a la pirámide
Aunque el nuevo grupo insiste una y otra vez que no está estructurado como un holding, como ocurría con Rumasa, parece evidente que sí se ha diseñado con una estructura piramidal que conecta todos los negocios, que en su conjunto podrían facturar unos 1.500 millones de euros, con una plantilla de 10.000 empleados.
El antiguo, ingresaba al año 350.000 millones de las antiguas pesetas (aproximadamente 2.100 millones de euros) y daba empleo directo a 60.000 personas.
El Talón de Aquiles de ambos ha sido un problema de caja. En el primer caso, el de Rumasa, existía una caja B, una doble contabilidad, que permitía, por ejemplo, realizar pagos de 3.000 millones de pesetas (180 millones de euros) a la plantilla que nunca se reflejaron en balance, según los datos que en un primer momento ofreció a la opinión pública Miguel Boyer, el Ministro de Economía y Hacienda del primer gobierno socialista de Felipe González.
La financiación de holding se basaba en la potente red de bancos que poseía el enjambre empresarial de los Ruiz-Mateos: 21 entidades financieras que llegaron a contabilizar 617.000 millones de pesetas en depósitos.
Tal vez esta sea la mayor diferencia entre los dos casos. Nueva Rumasa ha tenido que acudir al mercado para buscar financiación y una parte la ha encontrado gracias a pequeños inversores que captó y a los que podría dejar sin devolver 150 millones de euros, aunque la cantidad exacta se desconoce.
Ahora es otro gobierno socialista, el de Rodríguez Zapatero, el que encendió la mecha definitiva del desplome del grupo el pasado miércoles, cuando hizo público el grave problema con la Seguridad Social. ¿Cómo acabará en esta ocasión la historia?