EL CAIRO (Reuters) - Jóvenes líderes egipcios se disponían a crear un nuevo partido político el jueves, mientras la formación islamista Hermanos Musulmanes desempeña un papel cada vez más importante a la hora de preparar las elecciones post-Mubarak prometidas en un plazo de seis meses.
La vida en Egipto aún está lejos de la normalidad cuando han transcurrido seis días desde la caída de Hosni Mubarak, de 82 años, y hay tanques en las calles de El Cairo, los bancos continúan cerrados, hay protestas laborales a las que el fervor revolucionario ha dado voz y las escuelas siguen cerradas.
"Aún estamos en una prueba de la que tenemos que salir. ¿Están satisfechos con las huelgas, sentadas, fábricas cerradas y bancos que no funcionan?", dijo el portavoz del Ejército, el general Ismail Etmaan, en la televisión estatal a última hora del miércoles.
"El Alto Consejo Militar volverá a poner las cosas en el buen camino, pero ayúdennos", dijo. "Las fuerzas armadas no tienen ambiciones de futuro y quieren entregar el poder a los partidos civiles cuando sean fuertes, de forma que no se derrumben".
Los Hermanos Musulmanes tienen un representante en el Comité Constitucional, y también están en un consejo creado por activistas para proteger la revolución y han dicho que creará un partido político tan pronto como las leyes se lo permitan y otros también lo harán.
El portavoz de los Hermanos compareció en la televisión estatal hace unos días, la primera vez para el movimiento islamista prohibido durante la era Mubarak.
Washington mira con suspicacia a los Hermanos Musulmanes, pero es considerado el único bloque verdaderamente organizado en Egipto y calcula que podría ganar un 30% de los votos en unas elecciones libres.
Tras haber adoptado una postura tímida en los primeros días de la revuelta, ahora claramente la formación piensa que es seguro salir a la luz.
Los líderes prodemocráticos planean llevar a las calles a un millón de personas en la "marcha de la victoria" el viernes para celebrar la caída de Mubarak, y quizá recordar a los generales el poder de las calles.
El Alto Consejo Militar que se hizo con el control en Egipto tras la salida de Mubarak está bajo presión el jueves de los activistas que demandan una inmediata liberación de los prisioneros políticos y el fin del estado de emergencia.
UN DOLOR DE CABEZA MENOS
Mientras, la cancelación de los planes de dos buques iraníes que pretendían atravesar el estratégico Canal de Suez eliminó el jueves un potencial dolor de cabeza en política exterior para los militares.
Su prioridad máxima tras suspender la Constitución es restaurar la ley y el orden y revivir la economía, que se vio dañada por 18 días de revolución, pero el asunto de los buques iraníes había amenazado con convertirse en una distracción.
El ministro de Exteriores israelí había calificado el asunto de "provocación" y si hubiera continuado habría puesto a Egipto, un aliado clave de EEUU que tiene un acuerdo de paz con Israel, en una incómoda situación diplomática.
Un convaleciente Mubarak, encerrado con su familia en Sharm el-Sheij, un centro turístico del mar Rojo, aún está asumiendo el tumultuoso levantamiento, prometiendo "vivir y morir en suelo egipcio".
La revuelta, que puso fin a 30 años de gobierno de hierro de Mubarak, ha sacudido todo Oriente Próximo. La policía de Bahréin asaltó un campamento de manifestantes en Manamá e jueves, matando a tres personas.
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