Empresas y finanzas

Despejes por doquier

David S. Paunero

Madrid, 25 sep (EFECOM).- La cuarta sesión del juicio oral por el caso Gescartera se pareció hoy, más que nunca, a un partido de fútbol ultradefensivo en el que se sucedieron los rechaces y los despejes por doquier, en busca de evadir las responsabilidades de las que se les acusan.

El primero de la lista fue Antonio Camacho quien, a preguntas de su abogado defensor, Miguel Bajo, volvió a insistir en la viabilidad de Gescartera, una compañía en la que invirtió medios incluso personales, pese a que, indirectamente, uno de sus consejeros, José María Ruiz de la Serna, le acusó indirectamente de trasladar el dinero hacia el exterior.

La declaración de Ruiz de la Serna motivó una buena ráfaga de preguntas del fiscal sobre el destino del dinero, la misma cuestión que le formuló, el 14 de junio de 2001 -día de la intervención- a Antonio Camacho otra de las imputadas que declaró hoy, Pilar Giménez Reyna, pero, a diferencia del fiscal, cogiendo de las solapas del traje al principal imputado por este escándalo financiero.

Precisamente las notas más humanas de la sesión fueron protagonizadas por Giménez-Reyna, que no rehusó reconocer el papel de su hermano, Enrique, ante la CNMV durante la apertura de un expediente sancionador, e incluso relatar el almuerzo de ellos dos, Camacho, y la ex presidenta del organismo regulador en 2001, Pilar Valiente, antes de que se acordase la transformación de sociedad de gestión de carteras en agencia de valores.

Tras indicar que había metido a media familia a invertir en la compañía, la ex presidenta de Gescartera, cargo que aceptó por "cariño" hacia Camacho aunque también por "insistencia", se defendió también al decir que era el propietario de la compañía quien "hacía y deshacía" como "dueño de la casa".

Además dijo creer que estaba trabajando en "una casa honrada y no en una cueva de ladrones" antes de arrancar el murmullo de la sala cuando afirmó rotunda: "me han llamado tonta de todas las maneras".

Enseguida, tanto el tribunal como el fiscal le dejaron claro que aquí, en la Audiencia Nacional, no se juzgan personas sino hechos que se pueden considerar delictivos, a pesar de que, transcurridos ya más de seis años de la intervención o "hecatombe" de la agencia de valores, ya nada ha sido lo mismo para Pilar Giménez Reyna desde aquel momento.

"Incluso desee que mi madre muriese" para que no tuviese que presenciar ahora el juicio oral, señaló Giménez-Reyna, antes de afirmar que su madre falleció en junio de 2006 y "bendito sea Dios que no puede verlo".

Ahora, el tribunal terrenal intentará que la justicia llegue a los afectados, porque nadie de los acusados ha sabido decir, por el momento, donde están los 50 millones de euros del agujero patrimonial atribuido a Gescartera. EFECOM

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