Empresas y finanzas

Un argentino se convierte en arriesgado líder gremial

Elías Zaldívar

Jerusalén, 19 sep (EFECOM).- Un inmigrante argentino, Diego Sciretta Berkovich, se ha convertido en líder gremial de los trabajadores de un cadena de tiendas de confecciones bajo el lema de la "lucha de clases", terminología desconocida entre los sindicalistas israelíes.

Sciretta, de 43 años y padre de cuatro hijos, tomó la iniciativa de crear un comité de los trabajadores después de negociar durante dos años, sin resultado, un aumento de salario con sus jefes de la compañía Castro, lo que causó poco menos que una revolución gremial.

Esas negociaciones en Israel las lleva a cabo la Confederación General de los Trabajadores (Histadrut) que agrupa a los sindicatos y pasó por alto la "rebelión" iniciada por el inmigrante argentino.

Debido a su iniciativa, dijo Sciretta a Efe, ha sido víctima de intimidaciones como la prohibición de acceder a ciertas zonas de la planta industrial o sacar fotocopias que necesita para su tarea.

En una ocasión lo mandaron en un taxi a la oficina central de la compañía donde esperó tres horas sin ser atendido por nadie, antes de devolverlo a su hogar en la localidad de Gan Yavne.

"Todo empezó por negarme a darles el nombre de los trabajadores que me apoyaron para la formación del comité de empresa", relató.

"Les expliqué que no es ético pedirme esa información, y que se trata de algo democrático y legal", señaló.

Israel "es una democracia pero la gente no tiene cultura democrática...en esta sociedad sobrevive el más fuerte" y "yo creo que se debe al impacto social de las Fuerzas Armadas, que por esencia, y en todas partes, no es una institución democrática".

"También a mí me sorprende ser el "primer sindicalista argentino"... me miran como a un bicho raro pero me llaman y consultan", dijo Sciretta, llegado en 1999 desde la provincia de Córdoba a raíz de la crisis económica en Argentina, donde poseía una fábrica de cerámica y "creo haber sido un buen patrón".

El nuevo sindicalista espera "que la creación del comité siente un precedente y sea un aporte a la justicia social en Israel, un país de inmigrantes que nos dio mucho a todos".

En una ocasión, relata, en uno de sus intentos para obtener un aumento del sueldo, el director del "centro logístico" de la compañía, donde se desempeña como encargado de una sección, sin hacer caso, le espetó: "Debieras sentirte feliz...¿en que otra fábrica te brindaría un director media hora de su tiempo?".

"Entonces comprendí que la nuestra era una causa perdida y que debíamos hacer algo distinto", dijo Sciretta, que antes de ocupar una posición en la compañía de confecciones Castro, fue peón de cocina de un hospital y trabajó en un kibutz y un supermercado.

Su salario mensual es equivalente a 1.700 dólares por jornadas de hasta diez horas, un ingreso modesto para mantener a su familia, lo que no es óbice para que su hogar sea la "Casa de Córdoba" para los latinoamericanos nostálgicos.

"Aquí la gente es buena, la empresa les es importante y también lo es para mí", pero "en la Argentina los trabajadores ya habrían ocupado la fábrica por una semana", señaló.

Los argentinos, comentó, "están acostumbrados a ser los actores de la película, los israelíes están habituadas a ser espectadores, quizá por los problemas de seguridad que tiene el país".

Tras la creación del comité, asegura, la empresa concedió a los trabajadores un aumento del 10 por ciento: en lugar de pagarles a razón de unos cinco dólares por hora, les pagan cinco dólares y medio, y el directorio, inesperadamente, "abrió sus puertas a todos los trabajadores para escuchar sus problemas".

El director ejecutivo de la compañía, Gabi Rotter, informó de que la de Castro es la única de su ramo que distribuye ganancias entre su sus 1.200 empleados y obreros; el año pasado, indicó, la bonificación fue equivalente a cuatro salarios.

Los que firmaron la convocatoria de Sciretta fueron amenazados por representantes de la dirección con no pagarles ese aguinaldo.

"En Israel tiene que haber justicia social pues sin ella no hay seguridad...esta, creo, debería ser la estrategia para defender al país y a la democracia", declaró.

La dirección de la compañía reconoció finalmente al comité de Sciretta en el centro logístico... pero le notificaron que, "según la ley no estamos obligados a hablar con los trabajadores". EFECOM

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