La marca sueca ha estado tradicionalmente ligada a la seguridad. Pero aquellos aparatosos paragolpes, parte imprescindible de un buen Volvo, han dado paso a nuevas tecnologías que aspiran a no tener que utilizar aquellas defensas. Es lo que se ha dado en llamar seguridad activa y su gran obsesión es evitar las distracciones, que causan cerca del 90 por ciento de los accidentes.
Según el organismo que vigila la seguridad del tráfico en Estados Unidos, los conductores que se duermen al volante provocan 100.000 accidentes al año sólo en ese país, con un resultado de 1.500 muertos y más de 70.000 heridos. Una de las soluciones de la marca sueca para evitar los despistes es un sistema formado por una cámara, varios sensores y una unidad de control.
La primera, instalada entre el parabrisas y el espejo retrovisor, mide continuamente la distancia entre el vehículo y las marcas de los carriles de la calzada. Los sensores registran los movimientos del vehículo y la unidad de control almacena la información y calcula si existe riesgo de que el conductor pierda el rumbo. Si es así, se emite una señal sonora y aparece una taza de café en la pantalla del cuentarevoluciones para recordarle que debe hacer un descanso.
Otra novedad, en la que Volvo no es pionera, es el sistema LDW de aviso de cambio de carril, que indica al conductor con una suave alarma sonora que el vehículo ha cruzado una de las marcas de la calzada sin razón aparente; por ejemplo, sin utilizar los intermitentes. Se pone en funcionamiento al rebasar los 65 km/h y se mantiene en funcionamiento mientras la velocidad sea superior a 60 km/h.
Estas dos tecnologías de seguridad activa y el sistema de advertencia de colisión con freno automático -un sofisticado programa que frena el coche si el conductor no reacciona cuando es inminente una colisión trasera contra un objeto móvil o inmóvil-, forman parte del paquete opcional que se verá en los modelos S80, V70 y XC70 a finales de de este año.
Alcoholímetro responsable
Por último, Volvo ha desarrollado Alcoguard, un dispositivo que impide arrancar el coche si detecta que el nivel de alcohol del conductor supera los límites. El sistema utiliza la tecnología de pila de combustible, que controla el encendido del coche. Así, para que el vehículo arranque, el conductor tiene que soplar en una unidad portátil inalámbrica que se guarda y carga en un compartimento que hay detrás de la consola central.
Una vez que el conductor ha soplado, el aliento se analiza y los resultados se transmiten mediante una señal de radio a un control electrónico. Si se supera el límite, el motor no arranca. Además, un sistema de avanzados sensores impide engaños como utilizar fuentes de aire externas. El fabricante sueco empezará a comercializarlo a principios del año que viene y, con él, se completa la oferta de soluciones en busca de una mayor seguridad para los ocupantes del coche, algo en lo que Volvo siempre ha sido líder.