Es un promotor de toda la vida, de aquellos cuya notoriedad se ha visto en ocasiones eclipsada por las estrellas fugaces del firmamento inmobiliario. Su medio siglo en el sector ha convertido a Andrés Ballester, a veces a su pesar, en uno de los más influyentes señores del ladrillo en la Comunidad Valenciana.
Una expropiación marca estos días la rutina de Andrés Ballester, como otra expropiación marcó en la década de los 50 el origen de su travesía empresarial. La de 2007 le acaba de llevar a entonar cánticos de guerra, jurídicos, contra la decisión del Gobierno de expropiarle una parcela a pie de playa en Benidorm donde trabaja ya para levantar las dos torres Gemelos 28, muchos años después de esos Gemelos 1 con que inició la saga en este municipio turístico.
La otra expropiación, fruto del Plan Sur desarrollado tras la riada del 57 para desviar el curso del Turia, afectó al molino de harina que explotaba la familia en Xirivella (Valencia). Su padre había fallecido y es Andrés, entonces con 17 años y como hijo mayor, quien asumió un liderazgo familiar que pronto devino en empresarial. Inició su andadura con una fábrica de ladrillos en Quart de Poblet (Valencia), a la que se sumó otra en Málaga. Al volante de un 600, viajaba hasta allí para pagar las nóminas.
El filón de la vivienda de costa
La vivienda pública en pueblos de los alrededores de Valencia protagonizó su arranque como promotor en los 60, y en esa misma década realizaría el descubrimiento por el que compiten todavía hoy casi todas las grandes promotoras: el filón de la vivienda en costa para extranjeros. La salud de su abuela y el consejo del médico, llevó a los Ballester, originarios de Mislata (Valencia), a hacer de Moraira (Alicante) su lugar de veraneo, y a Andrés a convertir el litoral de Alicante en su tierra de oro.
No hay perfil de Andrés Ballester que se precie que pase por alto su alianza empresarial más sonada, la que selló con Julio Iglesias con proyectos emblemáticos como Villa Gadea en Altea, ya en el cambio de siglo. Su socio le dio una notoriedad no deseada, y en una época en que el cantante se convirtió, de la mano del ex presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, en embajador valenciano en el exterior.
El salvador de Terra Mítica
La historia reciente de este promotor tiene 2004 como año clave. Decidió con su hermano Enrique repartirse el grupo familiar, rompiéndose una alianza sellada desde el principio, cuando el menor de los Ballester, tras estudiar ingeniería, se incorporó al entonces incipiente negocio promovido por Andrés. Ese mismo año acudió a la llamada del presidente autonómico Francisco Camps, para presidir Terra Mítica. ¿Quién si no? Tocaba levantar la suspensión de pagos, se hizo y, cumplido el objetivo, logró liberarse de esa carga.